Los
pies son los encargados de trasladarnos de un lugar a otro y, anatómicamente,
forman una especie de
trípode que soporta y reparte el peso del cuerpo entre el calcáneo (el hueso
del talón), la cabeza del metatarso primero (detrás del dedo gordo) y el
metatarso quinto. Este sistema de huesos, músculos y ligamentos del pie forman
un conjunto que funciona como amortiguador para esos tres puntos de apoyo y
proporcionan al pie su elasticidad y ligereza. Pero en los casos en que se
pierde el tono muscular en el pie, como consecuencia de la falta de ejercicio,
el peso de todo el cuerpo, en lugar de repartirse de manera uniforme, recae
sólo sobre los ligamentos y éstos terminan por ceder, generando trastornos
principalmente óseos.
Precisamente
los problemas que aparecen a causa del hundimiento de la bóveda plantar,
denominado “pies planos”, pueden provocar molestias y dolor de ciática, lumbago
y deformaciones de la columna vertebral entre otras afecciones. Otro de los
problemas pueden surgir a raíz del uso de zapatos inadecuados, como por
ejemplo, las sandalias de madera con estructura anatómica fija, por lo general
en venta en farmacias. Las mismas obligan al pie a una gimnasia continua de los
músculos, pero al estar fabricadas en serie, no siempre solucionan los
problemas específicos de cada tipo de pie. Lo mejor es seguir el consejo del
profesional y tratar de adaptar el calzado al pie, y no a la inversa.
Síntomas de un problema en los pies
Un
excesivo cansancio al caminar distancias cortas es, en general, el primer signo
de que algo no esta funcionando adecuadamente en la planta de los pies. La
gimnasia de prevención de las disfunciones de la bóveda plantal contribuye a
mantener en forma y cuidar esa parte tan importante del cuerpo.
Por
otro lado, la vida sedentaria y el uso de algunos tipos de zapatos que tienden
a oprimir el conjunto de los dedos y a mantener una postura incorrecta (nada
beneficiosa para la salud), hacen que sea imprescindible la realización de
algunos ejercicios para fortalecer los músculos de los arcos plantarios y
evitar de esa forma que ceda la bóveda. Y eso precisamente se logra al reforzar
la musculatura del borde externo del pie.
Los mejores ejercicios restauradores
Los
ejercicios restauradores son muy sencillos y hasta parece absurdos, pero dan
buenos resultados con poco tiempo de práctica. Además, pueden llevarse a cabo
en grupo, proponiéndolos como parte de una rutina saludable y beneficiosa para
el cuerpo. He aquí la descripción de los ejercicios:
Ejercicio
1: De pie, con
las manos en las caderas y los pies paralelos, elevar lentamente los talones lo
más alto posible. Hacer una pausa manteniéndose unos segundos de puntillas y
descender lentamente sobre los talones. Inspirar al subir y espirar al bajar.
Ejercicio
2: Andar de
puntillas con los pies paralelos y conservando las piernas estiradas (sin
flexionar las rodillas). Se puede aprovechar cualquier momento para realizarlo,
pero siempre prestando atención a la posición de los dedos, que deben
permanecer bien apoyados sobre el suelo.
Ejercicio
3: Sentado en
el suelo, con las piernas extendidas y paralelas en forma de V, dirigir los
dedos primero hacia el suelo y luego doblarlos en el aire hacia las rodillas
Repetir el movimiento al menos 10 veces.
Ejercicio
4: También
sentado en el suelo, con las piernas extendidas y paralelas, con las rodillas y
los talones tocándose y las puntas de los pies separados. Estirar hacia el
suelo los dedos y mantener la posición unos segundos. Descansar y repetir el
ejercicio. Si se percibe una leve sensación de calambre, doblar los dedos hacia
las rodillas durante unos instantes. Luego retomar el ejercicio.
Ejercicio
5: Sentado en
el suelo, las piernas extendidas con los tobillos juntos y los talones apoyados
en el suelo, doblar los dedos como si fuesen garras y luego dirigir el pie
hacia el suelo. Mantenerse así un par de segundos y después volver a la
posición inicial. Repetir al menos diez veces.
Ejercicio
6: Sentado en
el suelo con los pies paralelos, intentar agarrar del suelo algún objeto
pequeño como las zapatillas o una toalla. El ejercicio anterior servirá de
precalentamiento para éste movimiento, y es probable percibir cierta pérdida de
movilidad a raíz del paso del tiempo.
Ejercicio
7: De pie, con
los pies separados, colocarse de puntillas, relajando los dedos y las
articulaciones de las falanges para que todos los dedos estén en contacto con
el suelo. En esta postura, girar los talones uno hacia el otro y luego regresar
a la posición inicial. Después girar los talones hacia afuera. Repetir varias
veces teniendo en cuenta que los dedos deben estar fijos y que son los tobillos
y los talones los que deben girar haciendo el ejercicio. Es probable que al
principio del ejercicio el esfuerzo sea mayor, por lo que es preferible
apoyarse en algún objeto fijo (como un mueble).
Ejercicio
8: De pie, con
los pies paralelos y las manos en la cadera, ponerse en puntillas, después
flexionar las rodillas para sentarse sobre los talones, manteniéndose siempre
de puntillas. Subir otra vez lentamente y repetir el movimiento al menos 12
veces.