Más aún,
dentro del mismo hábito de fumar hay costumbres que empeoran la situación; por
ejemplo: consumir el cigarrillo hasta quemarse los dedos es pésimo para la
salud ya que la mayor concentración de nicotina y alquitrán se forma en la
zona próxima al filtro. Otra mala idea es fumar en lugares con alta
concentración de polución ambiental. Dos cigarrillos por día son más que
suficientes para provocar la constricción de las arterias de la piel, resecar
el pelo y acelerar el envejecimiento cutáneo. También esta cantidad genera
halitosis (mal aliento) y manchas en el esmalte de los dientes. Ahora sólo
imagina que puede pasar con los pulmones.
Un golpe a los pulmones
El
tabaquismo es el responsable del 90 por ciento de las muertes por cáncer de
pulmón, más de 75 por ciento de los decesos por bronquitis y enfisemas y del 20
por ciento de los casos atribuibles a trastornos cardíacos como el infarto. Y
lamentablemente esta triste realidad no respeta ni sexo, ni edad. Además de
padecer problemas similares a los de los varones, las mujeres fumadoras
presentan menopausia precoz e infertilidad. Una embarazada que fuma puede dar a
luz a un bebé de poco peso, con inmadurez pulmonar y defectos congénitos.
Aunque
muchos fumadores intentan contrarrestar los efectos de su aparente “placer por
fumar”, no hay nada que sea más efectivo que dejar el cigarrillo en forma
definitiva. Por ejemplo, ingerir suplementos de betacaroteno no disminuye el
efecto nocivo del tabaco en los pulmones, pues la ingesta de antioxidantes en
fumadores no produce la protección pulmonar necesaria para evitar un potencial
cáncer. Además, seguir un estilo de vida
basado en una dieta saludable y ejercicio físico regular no es suficiente para
frenar los efectos que produce el hábito de fumar. Entonces, lo mejor es
reemplazar este inexistente placer por una vida sana de verdad, sin contaminar
el organismo y dándole siempre aire puro a los pulmones.
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