Pero
por sobre todas las cosas existe un aspecto clave que define con gran exactitud
el diagnóstico sobre una potencial migraña, y es ni más ni menos que las
características propias del dolor. Para ello pueden enumerarse los detalles de
la sintomatología que acompaña un episodio de migraña: dolor muy severo
(generalmente pulsátil) que se presenta en un lado de la cabeza, acompañado de
palidez, náuseas o vómitos, molestias con la luz y los ruidos, empeoramiento
con la actividad y con una duración variable prolongada de 4 a 72 horas.
Un trastorno sin causas
La causa exacta
de la migraña es desconocida, aunque en estos últimos años se ha avanzado
bastante en las investigaciones al respecto y, por ejemplo, se ha podido
localizar la parte del cerebro donde se producen los cambios que desembocan en
una crisis de migraña o jaqueca. Estos cambios tienen como consecuencia la
inflamación y dilatación de determinadas arterias cerebrales que serían las causantes
del dolor. Muchas veces el proceso se inicia por la presencia de
determinados estímulos para los cuales esa persona es sensible; en este sentido
se puede decir que existe una gran
variedad de situaciones y elementos que son capaces de desencadenar una crisis
de migraña en muchas personas, algunas de ellas son:
• Afectivas: Estrés, angustia, conflictos u
otras circunstancias que producen malestar.
• Estimulantes: Olores intensos, humo, tabaco, luz
brillante, cambios de temperatura.
• Ginecológicas: Menstruación, anticonceptivos,
terapia con estrógenos.
• Fisiológicas: Sueño irregular, ya sea demasiado,
insuficiente o interrumpido.
• Alimenticias: Queso curado, derivados lácteos,
zumos de cítricos, chocolate, salchichas, ahumados, comida china, edulcorantes,
nueces, patatas “chips”, bebidas alcohólicas (vino, y licores sobre todo),
bebidas con cafeína.
Consejos para prevenir
episodios de migraña
• Identificar el
factor, o factores, que provocan los ataques
(los episodios) de migraña, o que los agravan. De esta forma la persona puede
manejarse mejor con la enfermedad.
• Evitar aquellas
situaciones que producen estrés, siempre que sea posible.
• No dormir de
más ni de menos los fines de semana.
• Tener las
comidas a la misma hora y en cantidades similares.
• Evitar
alimentos y bebidas que hayan desencadenado previamente algún ataque de
migraña.
• Evitar los
lugares ruidosos o de olores penetrantes.
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