El cuerpo,
a través de los sentidos, adquiere un potencial de conocimiento, y la sensación
se convierte así en la posibilidad de aprendizaje que el hombre tiene desde su
propio cuerpo. Estas sensaciones son el disparador de las conductas, que se
expresarán en las diferentes facetas. Cada sensación se corporiza cuando la
sensibilidad frente a esta sensación abre las puertas de la conducta total en
todas las facetas, y no deja aislada la sensación a una reacción sólo corporal,
mental o simplemente social. Por ejemplo, sensaciones que pueden provenir de
cualquiera de las tres facetas, que no se registren corporalmente, se
racionalizan en el cuerpo, se somatizan en la mente o se actúan en el entorno
social.
En este
sentido, un trabajo físico corporal que promueva el estar presente en la
sensación permitiría enfrentar las contradicciones, ambigüedades o confusiones
entre cuerpo, mente y entorno. Así, la sensación adquiere protagonismo, porque
los pensamientos o los sentimientos de rabia, tristeza, miedo o amor, o las acciones
movidas por estos sentimientos o pensamientos, serían, en su expresión más
reducida, ni más ni menos que
sensaciones corporales y no la realidad misma…
sino una interpretación de la misma.
El poder de las sensaciones corporales
La vida
cotidiana nos provee de sensaciones que nuestro cuerpo no siempre tiene la
posibilidad de registrar: y que, si registra, no siempre tiene la posibilidad
de llevar hacia una conducta efectiva. Sin embargo, si se analizan todas las
facetas es posible encontrar respuesta a muchas sensaciones que el cuerpo
manifiesta a diario. Por ejemplo, un esguince de tobillo o un dolor de ciática
antes de una carrera o de un torneo nos avisa, obviamente, de un colapso a
nivel del cuerpo, pero además nos alertan de que algo
no
funciona bien en la persona, como totalidad. Sensaciones que no fueron
registradas no pudieron poner en movimiento el funcionamiento de las facetas;
es decir, sensaciones que fueron somatizadas antes que “corporizadas”.
Un sin
fin de comportamientos, de somatizaciones, estarían caracterizados por este
fenómeno tan básico. No tan mecánicos, no tan obvios, no tan espectaculares.
Los mareos del embarazo, los "calores" de la menopausia, el colon
irritable, el asma, los llamados problemas sexuales, la úlcera, los infartos,
la escoliosis; todos trastornos que se somatizan, se actúan corporalmente, se
convierten en síntomas que enferman nuestro cuerpo. Esto sucede porque a veces
no podemos o sabemos percibir los mensajes sensibles, para que cada faceta
(cuerpo, mente o entorno) se responsabilice de ellos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario