Las
hojas de diente de león se recogen durante todo el año y se secan a la sombra.
Las más jóvenes y tiernas se usan en ensalada, su sabor es semejante a la
radicheta o achicoria. A la raíz hay que desenterrarla en primavera y a
comienzos del otoño. Lavarla muy bien, cortarla en fetas y ponerlas a secar al
sol. Recordar que cuando se recoge silvestre debemos elegir sitios libres de
contaminación ambiental.
Principios activos y perfil nutritivo
Entre
los principios activos amargos del diente de león se destacan la taraxicina,
taraxacerina y otros terpenos. También contiene alcoholes triterpénicos penta
cíclicos como el taraxasterol y el taraxol; un 18 por ciento de azúcares y
algunos flavonoides. Sólo las hojas contienen aminoácidos (asparagina,
glutamina), numerosas enzimas, cumarinas y un recatado contenido de vitaminas
A, B2, C y D, además de minerales tales como el potasio y el hierro.
Su
principal virtud es la de limpiar el organismo de agentes tóxicos. Es antirreumático,
activador del páncreas y del metabolismo; es digestivo y estimula la producción
de bilis. Se emplea como tónico y laxante suave. Como diurético es excelente
porque aporta potasio y por lo tanto no produce calambres como los sintéticos.
Aplicaciones medicinales y paliativas
Se
recomienda para depurar todo el organismo, para el acné, erupciones, eczemas y
en enfermedades reumáticas como artritis, artrosis, gota, mialgia (dolor de
músculos) y reuma. También es un excelente paliativo de trastornos de la
secreción biliar, ictericia, actividad debilitada del hígado y de los riñones,
cálculos renales y en vesícula.
Las
hojas se usan frescas o secas en ensalada, en infusión y en jugos. La raíz
cocida se utiliza en tinturas, tabletas o cápsulas. Tostada, sola o mezclada
con frutas secas molidas, sirve como sustituto del café. Se suele combinar con
borraja como depurativo; con opio y berro como aperitivo; con semillas de
perejil para los riñones y con ortiga como diurético.
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