Bajo este precepto nació la “gravitoterapia”:
un método de restauración corporal basado en el efecto de la gravedad sobre la
descompresión de la columna vertebral. Para ello el terapeuta acuesta al
paciente en una camilla giratoria verticalmente, luego la invierte para que la
persona permanezca con la cabeza hacia abajo y los pies hacia arriba. Así se
consigue anular el efecto de la gravedad sobre los segmentos vertebrales que
han sufrido una fuerte tensión.
Hacia el equilibrio total
La gravitoterapia fue creada por el terapeuta Antoni Munné Ramos,
especializado en restauración corporal y microgimnasia, además de otras
técnicas de masajes revitalizantes. La
idea que propone Ramos con esta terapia es alcanzar un estado de equilibrio que
promueva el óptimo funcionamiento del organismo. Así, un cuerpo equilibrado,
construye y asienta una persona equilibrada en cuatro niveles: el energético,
el mental, el emocional y el espiritual. La suma de equilibrio corporal con
conciencia corporal y autoestima, da como resultado una salud robusta y
perdurable.
La gravitoterapia se emplea principalmente como método terapéutico para
simular la ausencia de peso por la colocación del cuerpo en posición invertida
(antigravedad o gravedad dirigida), permitiendo de esa forma el estiramiento
muscular controlado, la recolocación visceral, la realineación estructural y la
descompresión de vértebras y articulaciones. Aunque su uso no está recomendado
para cualquier persona, la aplicación adecuada de la gravitoterapia puede
generar una sensación de bienestar general en todo el cuerpo.
El beneficio de no tocar el suelo
En la actualidad son muy pocos los lugares que ofrecen el servicio de
gravitoterapia tal como lo concibe su creador. Sin embargo, existen otras
alternativas que proponen el mismo tratamiento: despegar al cuerpo de la
gravedad de la tierra para reacomodar todos sus elementos y recuperar la salud.
En este sentido, ciertas sesiones de hidroterapia en piscinas profundas son
ideales para conseguir la suspensión corporal en un medio blando (como es el
agua). Los movimientos rotatorios dentro del agua con la colaboración de un
terapeuta, potencian los efectos de la antigravedad.
Por otra parte, los saltos efectuados en cámaras de aire con
superficies infladas generan un efecto similar al de la gravitoterapia, con la
diferencia obvia de falta de precisión y control por parte del terapeuta. En
este caso, el cuerpo queda suspendido unos segundos en el espacio, liberándose
de la fuerza que ejerce la gravedad sobre todos los huesos y órganos. Si bien
estos movimientos son más recreativos que terapéuticos, no está nada mal para
quién desea olvidarse de la Tierra por un rato.
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