Por
otra parte, cuando el músculo se contrae necesita mucho oxígeno; y si no se
satisface esta necesidad se acumula ácido láctico, que provoca sensación de
fatiga. No debe contenerse la respiración durante la ejecución de un
movimiento, hay que expulsar el aire durante la fase activa e inspirar al
regresar a la posición inicial.
Cuando una dieta atenta contra los
ejercicios
Ejercicios
y dieta ayudan a adelgazar, pero los regímenes muy bajos en calorías son
realmente un fracaso. Con la carencia de calorías, la capacidad para quemar
carbohidratos y grasas disminuye, y éstos se almacenan en depósitos del
organismo. El metabolismo basal desciende, el gasto energético para mantener
las funciones vitales se reduce. Los resultados negativos son inminentes:
apatía, pereza física y mental, disminución de glóbulos rojos y mayor
propensión a las infecciones.
Durante
el esfuerzo muscular, la glucosa es el principal nutriente que consume el
músculo. Cuando estamos en ayunas, por la sangre circula poco menos de un gramo
de glucosa por litro, cantidad insuficiente para hacer ejercicios o deportes.
Hay que comer dos horas antes de practicarlos, pues el azúcar se regenera a
partir de lo que comemos y del glucógeno que guardamos en el hígado., Cuando
una alimentación es correcta, éste guarda entre 15 y 17 gramos de glucógeno por
kilogramo de tejido. De su volumen y tono depende una piel tersa y lisa, exenta
de arrugas y flaccidez. De lo contrario el cuerpo recurre a las proteínas para
obtener energía, disminuyendo así la masa muscular en lugar de la grasa.
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