• Actitudes posturales correctas, evitando
situaciones forzadas o mantenidas, son un medio necesario y eficaz para evitar
alteraciones de la morfología estática de nuestra columna cervical. Por tanto,
hay que tener mucho cuidado con las labores o profesiones que nos obligan a
mantener durante horas una postura concreta, como sucede con las secretarias,
estudiantes, violinistas, relojeros y en general todo aquel que trabaje sobre
una mesa, con una flexión forzada y mantenida del cuello.
• Las horas de sueño resultan imprescindibles
en el conjunto total de una jornada. De ahí que intentemos que, dependiendo de
nuestra posición al dormir, la cabeza y el cuello adopten la postura más
relajada y, por tanto, no forzada. El uso de almohadas bajas en personas que
duermen boca arriba, y ligeramente más altas en los que duermen lateralmente,
permite evitar tensiones nocturnas en la musculatura del cuello, que a la larga
provocan dolores cervicales y de espalda.
• La práctica regular de alguna
actividad física y en concreto de algunos ejercicios de movilización,
estiramiento y fortalecimiento de la musculatura del cuello, desempeña un papel
fundamental en la profilaxis o prevención de las cervicalgias.
• Una adecuada alimentación resulta
básica para que el desarrollo, mantenimiento y restauración de las estructuras
óseas, articulares y musculares, sea totalmente normales. Llevar una dieta
equilibrada, con aporte suficiente de vitaminas, minerales y proteínas,
es el mejor apoyo para que la columna vertebral, y en particular la cervical,
resistan las cargas que ejercemos sobre ellas.
• La visita al médico ante un dolor
preocupante en la zona cervical constituye la actitud más acertada y segura
para evitar un mal mayor. Con una historia clínica detallada, una exploración
cuidadosa de la columna vertebral y una exploración radiográfica, el médico
puede identificar la causa de la lesión e indicar una solución inmediata al
problema.
Diferentes tipos de cervicalgias
• Tortícolis: Se instaura con rapidez, a veces incluso bruscamente, acompañada
de una notable limitación de los movimientos de la cabeza, sobre todo los
dirigidos hacia un lado. Dura habitualmente pocos días, de 2 a 10, y desaparece
totalmente. Lo más frecuente es que se presente de manera espontánea, tras una
caída, un movimiento brusco del cuello, una postura mantenida durante el sueño,
una exposición inhabitual al frío o a una corriente de aire o humedad.
• Cervicalgias con dolor agudo: Su aparición o instauración es lenta. Su intensidad es moderada, como
si se tratara de una ligera molestia. Su duración va de semanas a meses, hasta
que desaparece completamente.
• Cervicalgias con dolor crónico: Es más habitual en las mujeres, sobre todo en personalidades débiles,
por lo que pequeños estados de tensión y estrés pueden desencadenarlas. Su
intensidad es leve, pero su persistencia adquiere caracteres importantes y
llega a durar, en algunos casos, hasta años.
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