Para
entender el proceso de relajación es necesario conocer los mecanismos que
producen el efecto contrario, o sea, la tensión. Toda contracción muscular o
tensión supone una afluencia de la energía enviada consciente o
inconscientemente hacia el músculo que contraemos. Así, podemos decir que un
músculo contracturado es un músculo cargado de tensión, en proporción a la
energía que vibra en dicho músculo. Para relajarnos debemos proceder de forma
opuesta, es decir, regresar la energía hacia el cerebro, de donde provino, y
así recorrer el camino a través de la columna. Este mismo proceso es el que
define a la “relajación”. Relajar no es más que desalojar la energía que
poseemos en forma de tensión, alojada en una parte o todo el cuerpo, para que
vuelva a su lugar, a los centros de energía de la espina dorsal y el cerebro.
La relajación paso a paso
Para
lograr el éxito en la práctica de la relajación debemos disciplinar la mente,
aquietar los pensamientos y por consiguiente, armonizar nuestra respiración y
nuestra circulación. Comprender el estrecho vínculo que existe entre la
respiración, las energías y la mente, es imprescindible para alcanzar un estado
de relajación completo y efectivo.
En una
situación de relativa serenidad, se registra una modificación de nuestras
pautas mentales; de esa forma podemos librarnos de los factores que inducen a
la mente a dar incesantes vueltas, casi involuntarias, alrededor de inquietudes
o ideas negativas que pueden llegar a dañar nuestra salud. Para encontrar la
serenidad y la relajación existen varias técnicas, aunque una de las más
simples consiste en cuatro pasos básicos:
• Estar en un ambiente tranquilo y
musicalizado.
• Relajar
concientemente los músculos del cuerpo, con una orden mental (la mente ordena y
el cuerpo responde).
• Concentrarse
en una estratagema mental, por ejemplo como observador de la propia
respiración.
• Adoptar
una actitud pasiva con respecto a las distracciones mentales.
Una vez
que conseguimos la disciplina, podemos sumar a la relajación otros aspectos
complementarios: respiración correcta y profunda, posturas corporales adecuadas
y técnicas de auto-conocimiento. Así, con el tiempo lograremos mejorar nuestra
calidad de vida física y mental, promoviendo la paz interior y el equilibrio
emocional.
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