Los
hombres, ya sea por actividades de recreación o de trabajo que implican
sobrecargar los músculos, son más propensos a manifestar dolor y rigidez en el tejido fibroso
muscular (fibromialgia), sobre todo en la zona de los hombros y brazos. Por su
parte, las mujeres que arquean su cintura para pronunciar su cola tienden a
padecer contracturas en los músculos de esta zona.
Las
contracturas cervicales y de los músculos de la espalda se producen a causa de
las largas horas que una persona permanece sentada frente a un escritorio con
los hombros y la cabeza hacia delante. También, determinadas actividades
laborales (como las de odontólogos, peluqueros o los empleados de comercio) y
deportivas, debido a la continua repetición de ciertas posturas corporales,
generan una limitación motriz permanente que puede compensarse con ejercicios
de relajación y estiramiento de los músculos involucrados.
Técnicas curativas para contracturas difíciles
Cuando
una contractura es pasajera y levemente dolorosa, es frecuente que no se
recurra al médico y se continúe sobrecargando al músculo. Por eso, lo más
recomendable es tomar cartas en el asunto antes de que el dolor se transforme
en crónico, porque una vez que la molestia se instaló en el cuerpo es más
difícil erradicarla. Sin embargo, todas las contracturas musculares se pueden
revertir con un buen tratamiento médico o terapéutico que emplee alguna de las
siguientes técnicas:
Fisioterapia: Es un tratamiento
médico realizado por un especialista (fisioterapeuta) que consiste
en la aplicación de componentes físicos sobre la contractura tales como rayo
láser, magnetorerapia, iontoforesis, ultrasonido, vibroterapia y
electroestimulación. Los resultados de estas terapias son muy efectivos y
rápidos, porque actúan en profundidad y en zonas de difícil acceso para la
mano.
Ejercicios kinésicos: Consisten
en movimientos de
estiramiento y acondicionamiento selectivo, que acompañan al músculo en la
acción contraria a la que realiza el contracturado. Deben estar recetados por
un kinesiólogo y la mayoría son muy fáciles de hacer, inclusive sin la ayuda
del profesional.
Antiinflamatorios y analgésicos: Estos productos se presentan en
forma de comprimidos o cremas de uso externo, y en general favorecen la
desinflamación del músculo y alivian el dolor. Ambas acciones se combinan en el
mismo fármaco y siempre deben estar recetados por un médico.
Reeducación postural: Consiste en volver a aprender
las posturas y posiciones adecuadas para que el cuerpo no sufra ningún problema
o contractura. Es una técnica preventiva más que curativa y permite
principalmente corregir las fallas biomecánicas que provocan los dolores
musculares.
Terapia
bioenergética:
Consiste en liberar la energía vital del organismo bloqueada por las
contracturas y la tensión muscular. A través del uso de técnicas de relajación,
el flujo energético de la persona contracturada entra en circulación nuevamente
devolviéndole a la persona la vitalidad perdida.
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