En
términos generales debes hacerlo una vez al mes, pero todo depende de tu tipo
de piel. Por ejemplo, las personas que padecen acné o tienen un cutis muy
grasoso necesitan hacerse una limpieza profunda con más frecuencia (quizá cada
15 días o una vez por semana). También el costo del tratamiento condiciona la
regularidad con que puedes hacerla.
A
grandes rasgos, durante una limpieza profunda se llevan a cabo las siguientes
actividades:
• Se
limpia quitando luego la crema o leche de limpieza con papel tisú y con la
loción que corresponde.
• Se
pule con un producto acorde al tipo de cutis, retirando las células muertas y,
posteriormente, la totalidad del pulidor.
• Se
extraen las impurezas, comedones o puntos negros, mediante una gasa o toallitas
de tela. Cuando se dificulta la tarea (pieles secas, poros más cerrados), se
suelen utilizar otros métodos tendientes a no molestar tanto la piel.
• Se
desinfecta todo el cutis.
• Si la
piel es sensible (y con el objeto de desinflamar, calmar o refrescar) se hace
una sedación con geles a base de azuleno, lociones de manzanilla o gasas frías.
Higiene de acuerdo al
tipo de cutis facial
Los
tratamientos de limpieza facial profunda tienen una etapa de trabajo específico
de acuerdo a cada tipo de cutis:
• En
cutis con acné se aplica una máscara secativa que cierra los poros y
desinflama. Son arcillosas y algunas están hechas a base de azufre. Si bien los
especialistas suelen recomendar medidas preventivas para cutis de este tipo que
se relacionan más con la alimentación y el estilo de vida que con las cremas
cosméticas.
• En
cutis secos o mixtos, se practica (desde los pectorales hacia arriba) tomando
músculo por músculo un masaje con un producto determinado para cada tipo de
piel. Esto produce un estímulo en las glándulas sebáceas que permite una mayor
secreción de grasa en el cutis facial. Para las pieles sensibles, el masaje
debe ser suave y el producto no debe levantar calor.
• Para
las pieles extremadamente secas, el masaje es más enérgico y se utilizan cremas
nutritivas. También los geles a base de hierbas son excelentes para revitalizar
el cutis y evitar la resequedad.
Para
pieles normales a grasas se aplican productos hidratantes. Además se suele
comenzar la limpieza con una base neutra que sirve tanto para hidratar como
para revitalizar la piel. Los geles frescos y astringentes son ideales para
controlar la grasa facial. Al igual que en cutis con acné, la alimentación
juega un papel fundamental en la producción excesiva de grasa.
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