Corazón fuerte con actividad aeróbica: El
ejercicio físico aeróbico mejora la capacidad del cuerpo de suministrar oxígeno
a sus músculos, lo que incrementa el vigor físico. El promedio de la capacidad
aeróbica de una persona comienza a declinar gradualmente a partir de los 30
años. Si bien es verdad que la frecuencia cardiaca máxima, la cantidad de
sangre que el corazón puede bombear y la capacidad de la sangre de transportar
oxígeno decrecen con la edad, el ejercicio físico puede hacer que estos efectos
se vean minimizados notablemente
Cuerpo delgado con mayor masa muscular: El tejido muscular quema calorías mientras que el tejido graso no.
Por eso, la pérdida de masa muscular también afecta al metabolismo y contribuye
al aumento de peso. El ejercicio actúa de manera curiosa en la construcción de
la masa muscular. Cuando realizamos actividad física se produce una destrucción
de tejido muscular, especialmente durante el entrenamiento con pesas. Este
proceso, sin embargo, estimula la producción de nuevo tejido muscular e
incrementa la masa corporal magra.
Llevar a cabo un plan de ejercicios con pesas
es de vital importancia cuando pasan los años, dado que la fuerza física es el
factor limitante que se observa en la gente mayor. Aun las personas mayores más
frágiles que participan de un programa de entrenamiento con pesas pueden
incrementar significativamente su fuerza y hasta triplicar la velocidad con
que caminan.
Huesos fuertes con ejercicio regular: El ejercicio ha demostrado proteger al tejido óseo porque al causar
una carga física sobre el esqueleto, produce una liberación de hormonas que
provocan la multiplicación del tejido celular óseo. Pero, la actividad física
por sí sola no es suficiente para combatir la osteoporosis. Factores
nutricionales como el calcio y la vitamina C son también importantes, sobre
todo en las mujeres menopáusicas (etapa en que los huesos pierden sus
minerales). La terapia de reemplazo de estrógeno y el uso de drogas que
previenen la pérdida ósea durante la menopausia pueden ser muy útiles, más aún
si se combina esta terapia con el ejercicio físico regular. Y dado que las caídas son las principales
culpables de la mayoría de las fracturas, incrementar la fuerza y mejorar el
equilibrio se vuelven imprescindibles durante la vejez. Y como no podía ser de
otra manera, una vez más la actividad física es el mejor aliado para conseguir
estos objetivos.
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