Por su
parte, el momento de alimentarnos es tan importante como los alimentos mismos.
Por ejemplo, los músculos son más receptivos a reabastecerse en la primera
media hora posterior a cualquier actividad física, por lo que conviene comer o
tomar algo rico en hidratos de carbono después de entrenar. Lo ideal son
frutas, jugo de frutas recién exprimido y bebidas deportivas que reponen los
niveles de glucógeno. Asimismo, tomar un desayuno suculento es muy importante
porque le provee al cuerpo la energía necesaria para encarar el resto de la
jornada, y evita una sensación de hambre que siempre termina en atracones de
comida al mediodía.
Cantidades y proporciones
En
general, no debe existir una gran diferencia entre la alimentación de un
deportista profesional y una persona que lleva a cabo una actividad física
moderada. Quien desarrolla habitualmente cierta actividad física requiere una
dieta alimenticia equilibrada en la que los hidratos de carbono cubran el 60%
del consumo diario de calorías, divididos en un 50% de almidones y 10% de
azucares simples. Por su parte, el consumo de grasa debe mantenerse en valores
del 25 a 30% del total de nutrientes de la dieta, mientras que las proteínas
pueden aumentar hasta un 15% personas que realizan ejercicios de fuerza (pesas)
y un 10 o 12% en personas con escasa actividad corporal.
Para personas sanas, se ha establecido una regla de distribución del consumo de hidratos de carbono complejos durante el día: consumir de 15 a 25 por ciento de las calorías totales en el desayuno; 5 a 15 por ciento en la colación de la media mañana; 25 a 30 por ciento en el almuerzo; nuevamente 5 a 15 por ciento en la merienda, y finalmente de 25 a 30% en la cena. En cuanto a deportistas o atletas, deben obtener su cuota de energía adicional a través de un mayor consumo de alimentos, pero respetando siempre las mismas proporciones sobre los nutrientes al igual que la distribución de los mismos. Además, este incremento de comida estará condicionado a la duración y calidad de los esfuerzos, a la edad, a la contextura física, al peso corporal, al sexo, a las condiciones ambientales y climáticas, al esfuerzo realizado y a la intensidad del entrenamiento físico.
Para personas sanas, se ha establecido una regla de distribución del consumo de hidratos de carbono complejos durante el día: consumir de 15 a 25 por ciento de las calorías totales en el desayuno; 5 a 15 por ciento en la colación de la media mañana; 25 a 30 por ciento en el almuerzo; nuevamente 5 a 15 por ciento en la merienda, y finalmente de 25 a 30% en la cena. En cuanto a deportistas o atletas, deben obtener su cuota de energía adicional a través de un mayor consumo de alimentos, pero respetando siempre las mismas proporciones sobre los nutrientes al igual que la distribución de los mismos. Además, este incremento de comida estará condicionado a la duración y calidad de los esfuerzos, a la edad, a la contextura física, al peso corporal, al sexo, a las condiciones ambientales y climáticas, al esfuerzo realizado y a la intensidad del entrenamiento físico.
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