Un
estudio clínico ha demostrado que la elevación de la tensión luego de un
entrenamiento con pesas es mayor que después de una sesión de ejercicios
aeróbicos; sin embargo, dicha diferencia no es significativa. Además, la
frecuencia de las pulsaciones es menor en el entrenamiento con pesas que
durante las actividades aeróbicas, por lo que la exigencia total sobre el
sistema cardíaco resulta ser, más o menos, la misma en ambos tipos de
ejercicio. Este es un descubrimiento sumamente importante y una excelente
noticia para las personas que hacen pesas.
Este
estudio reveló, además, que las drogas para controlar la hipertensión,
administradas complementariamente con la realización de los ejercicios, no
reducen la presión sanguínea de una manera mayor que si sólo se hacen los
ejercicios. Si bien es cierto que no todas las personas pueden controlar la
hipertensión sin la ayuda de la medicación, la realización de ejercicios en
forma moderada podría ayudar a muchas de estas personas a evitar las drogas o,
al menos, no utilizar las medicinas como primera alternativa.
Sedentarismo: Peligroso enemigo de la hipertensión
Los
científicos aún no han dado una respuesta definitiva sobre los beneficios de la
actividad física sobre la tensión arterial. Sin embargo, existen inminentes
indicios del por qué de tales efectos. La actual inactividad que padece la
mayoría de las personas no es natural desde el punto de vista biológico; así un
cierto nivel de movimiento físico podría ser necesario para que los mecanismos
de regulación de la tensión arterial funcionen de manera adecuada. Las arterias
pequeñas comienzan a cerrarse cuando la actividad física es escasa o nula y
además se ven comprometidas las hormonas reguladoras provenientes de los
riñones. Asimismo, la vida sedentaria provoca un serio estrés psicológico que
influye negativamente en los niveles de la presión arterial.
Un
programa inteligente, divertido y moderado de ejercicios físicos es una luz en
el camino para vencer los problemas de hipertensión. Sólo se necesita la
aprobación del médico para comenzar con un programa de entrenamiento, además de
ciertos hábitos de vida como alimentarse adecuadamente y vivir alejado de las
adicciones y los excesos (como de alcohol y tabaco). Es ideal comenzar con una
actividad suave, como una caminata aeróbica durante unos 30 minutos por lo
menos tres veces a la semana. Con el tiempo se pueden conseguir resultados
sorprendentes en la lucha de una de las dolencias más silenciosas: la
hipertensión arterial.
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