jueves, 9 de enero de 2014

Cómo adoptar un "estilo de vida activo"



La puesta en práctica de un cambio de comportamiento lleva tiempo. No es para nada fácil pasar de un estado de inactividad o sedentarismo a otro activo y dinámico. El gusto por la actividad física es algo difícil de lograr, pero no imposible. En este sentido, los programas de entrenamiento deben garantizarnos un tiempo para el estímulo y la reflexión personal. Por ejemplo, en algunos gimnasios los programas incluyen una sesión previa al ejercicio dedicada a los aspectos de la educación y el cambio de comportamiento. Este tiempo dedica generalmente a la presentación de nueva información, el repaso de los objetivos que se han planteado al comienzo, la puesta en común con otros practicante de soluciones a problemas, etc.
También es importante que los programas incluyan tiempo para que uno pueda recuperarse luego de una práctica física intensa. El exceso de entrenamiento es una de las principales causas del abandono de una actividad física. Muchos profesores exigen demasiado a los principiantes, sin tener en cuenta que esta misma exigencia es la que los lleva a una inminente deserción. Y aunque parezca increíble, es más difícil retomar la actividad física, que iniciarse en ella. 

Tres pasos para comenzar a entrenar

El primer paso consiste en considerar la posibilidad de realizar un cambio. A menudo, la gente tiene previsto adoptar un nuevo comportamiento, pero en ocasiones un paso importante consiste en prever otros cambios, por ejemplo, tomar conciencia que hacer ejercicio puede ayudarnos a bajar de peso, reducir la ansiedad y liberar el estrés. Intentar desde el inicio cambios semejantes puede ser difícil, pero es imposible no considerar una tentativa seria para mejorar la salud.

El segundo paso, y quizá la parte más importante para comenzar una actividad física, consiste en obtener información, instrucciones y modelos de programas de entrenamiento; repasar experiencias previas; evaluar los efectos producidos en otras personas, y reducir las influencias negativas, así como incrementar los incentivos. Nada mejor que empezar bien preparados y sin improvisaciones que nos hagan abandonar la práctica ante el primer cambio.

Finalmente, el tercer paso consiste en desarrollar un modo de controlar el progreso de la actividad considerando el impacto de ésta en nuestro propio estilo de vida. Se puede hacer a través de un registro escrito donde constatemos el tipo de ejercicio que llevamos a cabo, la dieta alimentaria que seguimos diariamente y las actividades recreativas que complementan el trabajo físico. Además, es muy útil evaluar mes a mes el progreso físico y estético a través de la comparación de medidas corporales. De esa forma, podemos recurrir al registro cada vez que dudemos en continuar o no con la actividad.

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