Por
otra parte, si uno se somete periódicamente a controles fisiológicos puede
medir con exactitud los efectos que produce el ejercicio físico en el
organismo, y emplearlos como una herramienta útil para mantener el cambio de
comportamiento y el progreso obtenido. Uno puede percatarse de los cambios a
nivel estético y físico, pero no siempre son tan notables como para darse
cuenta que el cuerpo está sufriendo cambios a partir de la actividad física. En
este sentido, un chequeo médico puede develar una evolución a nivel interno,
compensando de alguna manera lo que a veces no se aprecia desde afuera.
Cómo prevenir un posible abandono
Al
inicio de un programa de ejercicio, es muy bueno escribir qué haremos en caso de
que una enfermedad, una lesión o cambios en nuestro horario de trabajo
interrumpan o nos obliguen a abandonar la práctica física. Por ejemplo, podemos
pedirle a un compañero del gimnasio que nos llame para recordarnos que debemos
hacer ejercicio tan pronto como volvamos de las vacaciones, dejar un
"depósito" de dinero a un amigo que recuperaremos una vez que hayamos
comenzado a hacer ejercicio luego de una enfermedad, o pedir al profesor del
gimnasio que nos llame periódicamente para determinar si estamos haciendo
ejercicio.
Por
otro lado, el refuerzo positivo es un poderoso factor a la hora de continuar
con la actividad física. Muchos estímulos ambientales son refuerzos naturales,
por ejemplo, la comida, el agua, la actividad sexual y el cariño. Otras actividades
son refuerzos sociales o simbólicos, como la atención, los elogios, el dinero y
los objetos materiales. A la hora de calcular los medios de refuerzo, es
necesario tener en cuenta que dichos medios son personalizados e íntimos; es
decir, que lo que refuerza a una persona no tiene por qué reforzarnos
necesariamente a nosotros. Entonces, cada uno deberá buscar su propio refuerzo
que actuará a modo de recompensa por la regularidad obtenida en la práctica de
la actividad física.
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