martes, 28 de enero de 2014

Cómo alimentarse para ahorrar energía corporal



El cansancio que registra la mayoría de las personas después de comer está íntimamente relacionado con el sistema inmunológico: el cuerpo reacciona ante la comida inadecuada como ante una lesión. Si se produce un corte en un brazo, las bacterias entrarán en la herida; el cuerpo combatirá las bacterias que no conoce y enviará un batallón de glóbulos blancos. Finalmente perecen en la lucha y se convierten en pus. Durante el combate, el cuerpo libera una sustancia mensajera que entra en el cerebro, produciendo un estado de cansancio.
Por consiguiente, en cuanto los glóbulos blancos luchan contra un intruso, las sustancias mensajeras producen cansancio en los seres humanos porque la energía que juntan sirve para la lucha de los glóbulos blancos y no para trabajar con energía y vitalidad. Lo mismo sucede al ingerir sustancias de alimentos que el cuerpo no puede digerir con facilidad. 

La digestión: Un proceso que resta energía

La comida es un elemento extraño para el cuerpo ya que ingresa del exterior y debe descomponerse químicamente para poder ser aprovechado por nuestro metabolismo. Esto es reconocido por el intestino,  donde se le presenta batalla a los alimentos. Este proceso se conoce con el nombre de leucocitosis digestiva: los glóbulos blancos se alojan en la pared intestinal y luchan con las moléculas de los alimentos que son extrañas al sistema inmunológico, liberando una sustancia: la interleuquina ‑4.
Este proceso agotador para el organismo produce un consiguiente cansancio, que se manifiesta con somnolencia y ganas de dormir luego de comer. Sin embargo, no se puede luchar constantemente contra la comida como contra un cuerpo extraño. Nuestro sistema inmunológico se acostumbrará y reconocerá las nuevas moléculas que llegan con los comestibles. Pero para ello necesitará unos 100.000 años para lograrlo. La solución: elegir alimentos que se digieran con facilidad, evitando atracones y combinaciones poco propicias para nuestro aparato digestivo. 

Alimentos para mantenerse despiertos

La alimentación de nuestros antepasados más lejanos revela porque podían mantenerse siempre frescos, despabilados y con energía. En los orígenes del hombre, la alimentación consistía principalmente en el consumo de frutas (hasta un 80% de la dieta total). Las frutas son principalmente ricas en vitaminas, minerales, azúcares y agua, lo que permite una digestión ligera y por consiguiente un ahorro de energía importante a la hora de la digestión. Pero, en la actualidad la nutrición ha avanzado al punto de incorporar otros nutrientes y en un mayor porcentaje (como las proteínas, las grasas y los almidones), lo que requiere un mayor esfuerzo por parte del organismo.
Sin embargo, aumentar considerablemente el consumo de frutas (y también verduras crudas o precocidas) puede significar un cambio notable en cuanto al comportamiento del cuerpo durante la digestión. Las frutas se digieren en poco tiempo, lo que permiten que la energía corporal pueda utilizarse para el resto de las funciones corporales.

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