Por
consiguiente, en cuanto los glóbulos blancos luchan contra un intruso, las
sustancias mensajeras producen cansancio en los seres humanos porque la energía
que juntan sirve para la lucha de los glóbulos blancos y no para trabajar con
energía y vitalidad. Lo mismo sucede al ingerir sustancias de alimentos que el
cuerpo no puede digerir con facilidad.
La digestión: Un proceso que resta energía
La
comida es un elemento extraño para el cuerpo ya que ingresa del exterior y debe
descomponerse químicamente para poder ser aprovechado por nuestro metabolismo.
Esto es reconocido por el intestino,
donde se le presenta batalla a los alimentos. Este proceso se conoce con
el nombre de leucocitosis digestiva: los glóbulos blancos se alojan en la pared
intestinal y luchan con las moléculas de los alimentos que son extrañas al
sistema inmunológico, liberando una sustancia: la interleuquina ‑4.
Este
proceso agotador para el organismo produce un consiguiente cansancio, que se
manifiesta con somnolencia y ganas de dormir luego de comer. Sin embargo, no se
puede luchar constantemente contra la comida como contra un cuerpo extraño.
Nuestro sistema inmunológico se acostumbrará y reconocerá las nuevas moléculas
que llegan con los comestibles. Pero para ello necesitará unos 100.000 años
para lograrlo. La solución: elegir alimentos que se digieran con facilidad,
evitando atracones y combinaciones poco propicias para nuestro aparato
digestivo.
Alimentos para mantenerse despiertos
La
alimentación de nuestros antepasados más lejanos revela porque podían
mantenerse siempre frescos, despabilados y con energía. En los orígenes del
hombre, la alimentación consistía principalmente en el consumo de frutas (hasta
un 80% de la dieta total). Las frutas son principalmente ricas en vitaminas,
minerales, azúcares y agua, lo que permite una digestión ligera y por
consiguiente un ahorro de energía importante a la hora de la digestión. Pero,
en la actualidad la nutrición ha avanzado al punto de incorporar otros
nutrientes y en un mayor porcentaje (como las proteínas, las grasas y los
almidones), lo que requiere un mayor esfuerzo por parte del organismo.
Sin
embargo, aumentar considerablemente el consumo de frutas (y también verduras
crudas o precocidas) puede significar un cambio notable en cuanto al
comportamiento del cuerpo durante la digestión. Las frutas se digieren en poco
tiempo, lo que permiten que la energía corporal pueda utilizarse para el resto
de las funciones corporales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario