Con el
avance de la medicina en este campo, se podría llegar a modificar la forma en
que actualmente la medicina trata los casos de hipertensión. Lo cierto es que
el ejercicio físico parece trabajar directamente en la disminución de la alta
presión sanguínea. Así con un plan supervisado de actividad física se
conseguiría mantener bajo control a la hipertensión.
Pérdida de peso y presión arterial
En
general, los médicos consideran la posibilidad de prescribir drogas para bajar
la presión sanguínea en aquellas personas cuya presión es mayor que 140/90 (14‑9).
Sin embargo, los resultados que arrojaron los estudios empíricos realizados
sobre los efectos del ejercicio físico en personas hipertensas han sido más que
contundentes. El cambio que pudo registrarse en la presión sanguínea de una
persona sometida durante un tiempo determinado a una actividad aeróbica
moderada, demostró que puede pasarse de una leve hipertensión hasta una presión
normal alta.
Por otra
parte, se sabe que el sobrepeso y la obesidad son dos factores que pueden
favorecer un cuadro de presión arterial alta. Sin embargo, el resultado de los
estudios concluyo que las personas que se someten a un programa de ejercicios,
pueden lograr disminuir su presión aun cuando no experimenten una reducción en
su peso o en su porcentaje de grasa corporal. Si esto algún día llega a
corroborarse científicamente, implicará que el ejercicio tiene dos mecanismos
para combatir la hipertensión leve (con o sin pérdida de peso).
Asimismo,
siempre se ha creído que la intensidad del ejercicio era la que efectivamente
producía una disminución en la presión. Pero a sorpresa de muchos, se ha
conseguido probar que el ejercicio leve o moderado produce notables beneficios
para la hipertensión, sin que ello implique necesariamente mejorar la capacidad
aeróbica de una persona (aunque consecuentemente siempre sucede). En
definitiva, las caminatas, los paseos en bicicleta, los trotes suaves seguidos
diariamente durante 30 minutos pueden revertir sorprendentemente un cuadro
clínico de hipertensión. De todos modos, la consulta al médico es
imprescindible para diagnosticar con certeza el tipo y grado de hipertensión.
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