jueves, 2 de enero de 2014

Medidas efectivas para controlar la "hipertensión"



Durante los últimos años los estudios científicos han dado fiel testimonio de que el ejercicio físico, realizado de manera habitual, puede reducir la presión sanguínea entre 5 a 20 puntos. Así la actividad física se ha constituido en una nueva opción de tratamiento contra la hipertensión arterial (además de la alimentación y los hábitos de vida). Se ha demostrado que el ejercicio puede hacer mucho más que disminuir la presión sanguínea, y hacerlo de una manera mucho más importante de lo que se cree.
Con el avance de la medicina en este campo, se podría llegar a modificar la forma en que actualmente la medicina trata los casos de hipertensión. Lo cierto es que el ejercicio físico parece trabajar directamente en la disminución de la alta presión sanguínea. Así con un plan supervisado de actividad física se conseguiría mantener bajo control a la hipertensión. 

Pérdida de peso y presión arterial

En general, los médicos consideran la posibilidad de prescribir drogas para bajar la presión sanguínea en aquellas personas cuya presión es mayor que 140/90 (14‑9). Sin embargo, los resultados que arrojaron los estudios empíricos realizados sobre los efectos del ejercicio físico en personas hipertensas han sido más que contundentes. El cambio que pudo registrarse en la presión sanguínea de una persona sometida durante un tiempo determinado a una actividad aeróbica moderada, demostró que puede pasarse de una leve hipertensión hasta una presión normal alta.
Por otra parte, se sabe que el sobrepeso y la obesidad son dos factores que pueden favorecer un cuadro de presión arterial alta. Sin embargo, el resultado de los estudios concluyo que las personas que se someten a un programa de ejercicios, pueden lograr disminuir su presión aun cuando no experimenten una reducción en su peso o en su porcentaje de grasa corporal. Si esto algún día llega a corroborarse científicamente, implicará que el ejercicio tiene dos mecanismos para combatir la hipertensión leve (con o sin pérdida de peso).
Asimismo, siempre se ha creído que la intensidad del ejercicio era la que efectivamente producía una disminución en la presión. Pero a sorpresa de muchos, se ha conseguido probar que el ejercicio leve o moderado produce notables beneficios para la hipertensión, sin que ello implique necesariamente mejorar la capacidad aeróbica de una persona (aunque consecuentemente siempre sucede). En definitiva, las caminatas, los paseos en bicicleta, los trotes suaves seguidos diariamente durante 30 minutos pueden revertir sorprendentemente un cuadro clínico de hipertensión. De todos modos, la consulta al médico es imprescindible para diagnosticar con certeza el tipo y grado de hipertensión.

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