Para ello existen prácticos ejercicios que
contribuyen a descontaminar el organismo de todos los factores nocivos que
alteran la “tranquilidad mental”, imprescindible para conciliar un sueño
profundo y reparador. Elige el que más se ajuste a tu estilo de vida, pero
recuerda que sólo la práctica regular te asegurará resultados realmente
exitosos. Eso sí, elige un lugar tranquilo y una ropa cómoda, respira con calma
y predispone tu cuerpo para una completa relajación:
Relajación muscular:
Consiste en un proceso progresivo a través del cual se consigue liberar las
tensiones acumuladas en los músculos. Para ello se utiliza la contracción del
músculo seguida inmediatamente de una distensión o relajación. Recuéstate boca
arriba con los brazos a los costados y las piernas ligeramente separadas.
Divide el cuerpo en zonas musculares y comienza el ejercicio desde los pies
hasta la cabeza (pasando por las piernas, los glúteos, la pelvis, el tórax, los
brazos, las manos y el cuello). Mientras contraes los músculos, inhala profundamente
y retén por unos segundos el aire, luego exhala y relaja. Repite el proceso con
cada grupo muscular. Este ejercicio requiere unos quince minutos de práctica
diaria.
Meditación: Existen muchas
formas de meditar, determinadas principalmente por la postura que adquiere el
cuerpo. Escoge la que consideres más cómoda y sitúa el cuerpo en un lugar donde
prevalezca el silencio. Una técnica muy efectiva consiste en meditar observando
la respiración corporal: siéntate y cierra los ojos, o fíjalos en un punto dos
metros por delante tuyo. Concéntrate en el proceso respiratorio. Cuando inhales
piensa "uno", y cuando exhales relaje el cuerpo. Repite varias veces
hasta que se vayan apartando las preocupaciones que hay en tu mente y consigas
poner la mente en blanco, totalmente tranquila y positiva.
Concentración profunda: La
concentración pasiva consiste en promover un estado de alerta ante cualquier
respuesta mental o emocional sin que llegues a dormirte. De esta forma
consigues preparar el cuerpo y la mente para un sueño realmente profundo y
placentero. Tranquilízate y recuéstate en la cama con los ojos cerrados. Luego
piensa lo siguiente: “mi brazo derecho pesa una tonelada”. También puedes
variar las frases mentales pensando “siento calor en mi brazo”, o “mi brazo
tiene un color dorado”. Aplica estos pensamientos a cada parte del cuerpo,
hasta que sientas un estado de pesadez completa.
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