Los té
negros se clasifican por el tamaño de las hojas: los de hojas grandes que
desarrollan su sabor y color más lentamente para proporcionar una bebida ligera
y más fragante, y los té de hojas rotas, que cubren las hojas más pequeñas y
con los que se obtiene un té más oscuro, fuerte y rápido.
Té negro para todos los gustos
Entre
los té de hojas, el término Orange Pekoe significa que las hojas son largas y
bien definidas, quizá con los brotes superiores de las plantas y algunos
capullos. Los Pekoe con hojas más pequeñas y enrolladas de forma más compacta
producen una infusión más oscura pero no más fuerte que la de los Orange Pekoe.
El Souchong presenta unas hojas muy grandes y gruesas y con él se prepara un té
pálido y bastante pungente.
Entre
los té de hojas rotas, el Broken Orange Pekoe, bastante fuerte y que presenta
un buen color en la taza, es uno de los más utilizados en las diferentes
mezclas de té. Los té de hojas finamente troceadas dan un té más fuerte y que
se prepara con mayor rapidez; es el caso del polvo de té o dust, la calidad más
baja.
Entre
los té negros de calidad excelente se encuentra el Keemun, un té aromático y de
mucho cuerpo procedente del norte de China, que con su penetrante aroma
constituye una buena alternativa al café de sobremesa; y el Lapsang Souchong,
un té opulento y de un fuerte sabor ahumado procedente del sur de China y
Taiwán, ideal para beber sin leche.
Entre
los té negros clásicos indios se encuentra el Darjeeling, cultivado en las
altiplanicies, y con el que se preparan infusiones pálidas y exquisitas. El de
Assam, fuerte, pleno y con sabor a malta. Los té de Ceilán suelen tener menos
carácter que otros negros, y las variedades cultivadas en las altiplanicies se
conocen por su fuerza, sabor delicado y aroma perfumado.
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