Por su
parte, las aguas minerales naturales sólo cumplen una acción favorable y complementaria
de las funciones fisiológicas, pero sin llegar a tener propiedades curativas.
En general, se recomienda beber las aguas medicinales directamente del
manantial y bajo tratamiento médico. De esa manera no pierden sus
características físicas con el traslado y, por tanto, preservan intactos sus
efectos curativos. En cambio, las aguas naturales pueden consumirse
embotelladas sin ningún problema.
Para consumir con discreción
Las
aguas debilitadas en minerales están contraindicadas para los que padecen
nefropatías crónicas, insuficiencias renales, e incluso para los que tienen
ciertas alteraciones en las vías urinarias. Tampoco deben administrarse a los
cardíacos descompensados ni a los hipertensos. Igualmente, son poco recomendables
para los enfermos del hígado o para ciertas afecciones del aparato digestivo en
las que esté dificultado el tránsito. Dada su abundante y rápida eliminación
por las vías urinarias, sólo pueden consumir estas aguas las personas que
poseen un buen funcionamiento del aparato renal.
En
términos generales, todas las aguas conllevan un ínfimo riesgo para el que la
consume. Y en esta apreciación están incluidas las embotelladas, las de
manantial, las desionizadas o desmineralizadas, la de filtros de carbón y las
tratadas con ozono. La única agua ciento por ciento segura es la destilada.
Destilar el agua implica vaporizarla sometiéndola a ebullición. Al evaporarse,
quedan abajo las bacterias, virus, minerales y cualquier grado de
contaminación, así fueran heces, pues esos estratos no se elevan, sólo el
vapor. El vapor se traslada a una cámara o recipiente donde se torna líquida y
ya es simplemente pura.
Así y todo, la bebida por excelencia es el agua, después los jugos totalmente naturales de frutas y verduras (sin agua, sal ni azúcar o envasados con conservantes). Todo el resto de líquidos no sustituyen ni son necesarios ya que son artificiales y tóxicos.
Así y todo, la bebida por excelencia es el agua, después los jugos totalmente naturales de frutas y verduras (sin agua, sal ni azúcar o envasados con conservantes). Todo el resto de líquidos no sustituyen ni son necesarios ya que son artificiales y tóxicos.
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