Las
distintas sustancias minerales se encuentran en el agua combinadas entre sí y
en función de ello producen uno u otro efecto sobre el organismo. Así, las
aguas bicarbonatadas, la mayoría de las cuales son gaseosas, tienen ácido
carbónico y bicarbonatos. Según los otros componentes que incluyan pueden ser
carbónicas, bicarbonato sódicas y bicarbonato cálcicas. Suelen tener efectos
alcalinos y neutralizantes de la acidez gástrica, tonificando la mucosa
digestiva. Por esta razón están recomendadas para algunas afecciones del
aparato digestivo como las dispepsias y la acidez de estómago.
Aguas más digeribles
Las
aguas poco mineralizadas son rápidamente absorbidas por el organismo, sobre
todo a través del intestino, y eliminadas en poco tiempo. Por tanto su
ingestión va acompañada de una abundante diuresis (eliminación de orina), mucho
más intensa que la que provoca el agua potable común. A su vez, las aguas
débilmente mineralizadas facilitan la circulación, a través de las vías
urinarias y biliares, de determinados cálculos de uratos, oxalatos, fosfatos,
etc. Según el tipo de cálculo renal que una persona padezca, podrá beber uno u
otro tipo de agua.
Así, las personas que tienen piedras de
oxalato cálcico han de beber aguas con pocas sales minerales, y sin gas. En
cambio, cuando se trata de cálculos de ácido úrico, el agua ha de ser levemente
alcalina. También se utilizan aguas débilmente mineralizadas en las
inflamaciones de las vías urinarias. En todos los casos, la supervisión del
médico es indispensable, y será finalmente el profesional quien determine qué
conviene beber.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario