viernes, 7 de marzo de 2014

Los signos de un deterioro físico inminente


 

Es increíble lo rápido que se inicia el deterioro físico. En general, esto sucede a partir de los 25 años, acelerándose el proceso luego de los 35. Sin embargo, la realidad demuestra que nunca es tarde para comenzar una actividad física. Aunque para conseguir resultados duraderos, es mejor comenzar cuanto antes y conservarse saludable a lo largo de los años. Es posible vivir sin mayores preocupaciones hasta los 30 años, llevando una vida sedentaria y con una dieta desorganizada y poco nutritiva. Pero los efectos de esta situación son acumulativos, y van dejando marcas o secuelas que se traducen en un proceso de envejecimiento más acelerado. Si no se toman las medidas necesarias para revertirlo, los signos comienzan a verse en el espejo, pero sobre todo, se sienten en el organismo.
La falta de actividad física promueve y potencia los efectos propios del envejecimiento corporal, identificados en un proceso de declinación fisiológica que puede evitarse:

• La capacidad aeróbica o eficiencia cardiovascular se reduce a partir de los 25 años. La velocidad de este proceso depende principalmente del nivel de actividad y no del paso de los años.

• La flexibilidad del cuerpo disminuye después de los 20 años. La disminución se agrava si se adopta un estilo de vida totalmente sedentario.

• La fuerza muscular comienza a descender a partir de los 35 años. La pérdida de masa muscular se acrecienta con la inactividad y las dietas estrictas para bajar de peso.

• A partir de los 40 años, la estructura ósea se debilita y la piel pierde elasticidad. Las articulaciones se resienten y los dolores musculares por falta de actividad se potencian notablemente. 

La clave para no envejecer más de la cuenta 

Existen cinco elementos que deben considerarse para un adecuado acondicionamiento físico, y que además inciden en el óptimo funcionamiento del organismo y en la preservación de la salud general:

la resistencia cardiovascular o capacidad aeróbica; la fuerza y resistencia musculares; la flexibilidad;

la composición corporal, y el equilibrio y coordinación. Promover un entrenamiento físico que involucre cada uno de estos elementos es vital para hacer frente a los efectos nocivos que produce la inactividad con el paso del tiempo. Así, una persona de 55 años puede estar mejor acondicionada físicamente que una persona sedentaria de 25 o 30.

En este sentido, las actividades aeróbicas son particularmente beneficiosas para el sistema cardiovascular (corazón y pulmones) y ayudan, entre otras cosas, a mantener un peso corporal adecuado, regularizar la presión sanguínea e incrementar la resistencia corporal total. Este tipo de actividades requieren tan sólo de un moderado aumento en el consumo de oxígeno y por eso pueden ser practicadas durante un tiempo prolongado. Además pueden practicarse a cualquier edad y son ideales para iniciarse en una vida más activa y saludable. Los ejercicios aeróbicos más populares son: caminar, trotar, correr, esquiar, andar en bicicleta, pasear por la montaña, nadar, bailar y remar, entre otros.

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