Por
otro lado, para pasar de un estado de inactividad total a otro de actividad, es
necesario comenzar a mover lentamente el cuerpo acostumbrándolo al
entrenamiento físico regular. Lo ideal es iniciar una sesión de 15 a 30 minutos
diarios de caminata; luego de un par de semanas pasar al trote, y finalizar, al
cabo de un mes, en 45 minutos de carrera moderada de tres a cinco veces por
semana. En todo caso, la intensidad de la actividad física dependerá del estado
físico y la predisposición de cada uno.
Los efectos del trabajo muscular continuo
• Un
aspecto juvenil: una musculatura fuerte debajo de la piel mantendrá tersa y
lozana la fisonomía corporal.
• Una
figura firme: con cada gramo de masa muscular también se quema más grasa.
• Una
estructura ósea fuerte: los músculos fuertes protegen el esqueleto del mal uso,
de los dolores de las articulaciones, de problemas de espalda y previenen la
osteoporosis. Con cada contracción muscular, se permite la fijación de mayor
cantidad de calcio en nuestros huesos.
• Una
defensa bien preparada: los músculos en acción activan el sistema inmunológico.
Células asesinas más activas y más agresivas eliminan bacterias, virus y
células cancerígenas.
•
Pulmones resistentes: cada célula individual recibe una mejor provisión de
oxígeno. Un empuje para la capacidad de rendimiento del cuerpo y del espíritu.
•
Sangre depurada: cuando los músculos trabajan, se reduce el nivel de grasa en
la sangre, disminuye el nivel de colesterol. La sangre fluye mejor y no coagula
tan rápido.
• Un
corazón fuerte: el pulso en reposo disminuye, el corazón trabaja con más
economía, su latido dura más.
• Máxima capacidad de rendimiento: mayor
resistencia corporal y agilidad muscular a pesar de los años de vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario