El
sueño está dividido en etapas, que se diferencian por la actividad cerebral que
desarrolla la persona mientras duerme. Éstas principalmente se dividen en dos:
MOR: definido como el sueño de movimientos oculares rápidos (REM en inglés por las siglas de Rapid Eyes Movement), llamado también sueño onírico, paradójico o desincronizado; en esta fase el cerebro permanece activo y se registra pérdida del tono muscular.
NMOR (no MOR): llamado sueño de onda lenta, es la fase pasiva o descansada del sueño y a su vez se lo divide en cuatro etapas que, según muestran las imágenes de un electroencefalograma, se van desarrollando y adquiriendo profundidad en forma progresiva.
MOR: definido como el sueño de movimientos oculares rápidos (REM en inglés por las siglas de Rapid Eyes Movement), llamado también sueño onírico, paradójico o desincronizado; en esta fase el cerebro permanece activo y se registra pérdida del tono muscular.
NMOR (no MOR): llamado sueño de onda lenta, es la fase pasiva o descansada del sueño y a su vez se lo divide en cuatro etapas que, según muestran las imágenes de un electroencefalograma, se van desarrollando y adquiriendo profundidad en forma progresiva.
Funcionamiento del sueño
Las
etapas del sueño se van alternando entre ciclos de NMOR seguido de MOR según un
patrón o esquema definido, que se repite entre 4 y 6 veces durante un período
de 7 a 8 horas de sueño. El sueño normal comienza con el período NMOR, pero si
es a la inversa, se puede presentar como síntoma de un probable caso de narcolepsia.
El sueño MOR se produce a partir de los 80 minutos o más de iniciado con la
fase NMOR.
Investigaciones científicas han determinado que ciertas sustancias químicas
como la Serotonina, Noradrenalina y Dopamina, denominadas mediadores químicos
cerebrales y cuya función es interconectar las células del cerebro, influyen en
la dinámica de las fases del sueño.
Por su
parte, la alternancia de sueño y vigilia está determinada por el reloj
biológico o ritmo circadiano, que puede alterarse por las perturbaciones que
sufren los modos individuales del sueño, dando como consecuencia la alteración
de su ciclo. Las características del sueño van variando desde el nacimiento
hasta la vejez, ajustándose sus patrones normales a la etapa de la existencia
de cada individuo. La predominancia nocturna comienza en las primeras semanas
de vida, cuyos patrones bifásicos de vigilia y sueño serán los que se
instalarán en forma definitiva.
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