En
segundo lugar, para que tu dieta no resulte monótona y, a la vez, puedas
aumentar la variedad de nutrientes que proporcionas al organismo, puedes
integrar en ella una amplia variedad de alimentos. Las principales pautas de
una nutrición sana proponen lo siguiente:
• Comer
muchos alimentos ricos en almidón y fibra.
• Reducir la ingesta de azúcar, sal y grasas saturadas.
• Tomar
carne blanca en vez de roja.
• Mantener
el consumo de alcohol dentro de unos límites razonables.
Vitaminas: Las sustancias que nunca deben faltar
Antiguamente
se creía que el organismo eliminaba los complejos vitamínicos en vez de
absorberlos. Sin embargo, en la actualidad los médicos y nutricionistas
recomiendan el consumo de las vitaminas A, D y E para reducir el riesgo de
determinados tipos de cáncer. Pese a que los complejos vitamínicos nunca deben
reemplazar a los alimentos naturales, estas tres vitaminas constituyen un
importante complemento dietético, sobre todo para las personas que fuman, ya
que su organismo debe cargar con los residuos perjudiciales derivados del humo
de tabaco, llamados radicales libres (sustancias responsables del
envejecimiento).
Las
personas que padecen estrés o ansiedad absorben rápidamente la vitamina C y el
complejo B, debido a que éstas se emplean totalmente en el proceso metabólico
que se activa con la reacción de enfrentamiento o escape frente a situaciones
difíciles o tensas. La vitamina B actúa en el metabolismo del alcohol y los
alimentos ricos en azúcar, dos fuentes de “calorías vacías y nocivas” que
suelen gustar a quienes trabajan bajo presión. Con el correr del tiempo, esto
genera un círculo vicioso porque, con frecuencia, la falta de vitamina B deriva
en una sensación de ansiedad e irritabilidad que se compensa erróneamente con
azúcar o alcohol.
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