Tu
ingesta de grasas debe ser del 25 al 35 por ciento del total de las calorías
que consumes diariamente. De este porcentaje, no más del 10 por ciento debe
provenir de grasa animal saturada (grasa de carnes y productos lácteos), el 7
por ciento de aceites de pescado o vegetales poliinsaturados y el resto, de
aceites monoinsaturados (como el de oliva).
Aceite de oliva: Una grasa altamente saludable
El
aceite de oliva disminuye los niveles del colesterol que forma ateromas y
mantiene los niveles del colesterol bueno, que reduce los niveles de grasa en
la sangre. Y cuanto más verde o virgen sea el aceite, más rico será en
vitaminas antioxidantes y flavonoides. Los antioxidantes absorben los
subproductos perjudiciales del metabolismo humano llamados radicales libres.
Éstos se relacionan con las afecciones cardíacas, el cáncer y el envejecimiento
en general. Las vitaminas C, E, el beta‑caroteno (vitamina A vegetal) y el
mineral selenio son excelentes antioxidantes, y se encuentran en cítricos,
verduras de hoja verde, zanahorias, tomates, frutos secos y mariscos.
Desde
luego que la grasa que provee el aceite de oliva también engorda, así que debes
moderar su consumo (sobre todo si deseas bajar de peso). El secreto de sus
beneficios radica en consumir pequeñas cantidades. También, es preciso evitar
el consumo general de grasas, principalmente la grasa animal saturada, presente
en las carnes rojas, los quesos, la crema y la leche entera; y la grasa vegetal
hidrogenada (dura), presente en alimentos como tartas, tortas, galletas y
repostería.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario