La fatiga crónica es uno de los motivos más comunes de consulta con
médicos y terapeutas (médicos naturistas), y también uno de los trastornos más
difíciles de prevenir y tratar, pues en él suelen intervenir más de una causa desencadenante.
En general, los mejores resultados se obtienen mediante la aplicación de un
tratamiento combinado, es decir, en el que se consideren los aspectos físicos,
psicológicos, espirituales y emocionales del paciente. Si quedan descartadas las causas físicas, los
especialistas ayudan al paciente a examinar su vida para hallar una posible
causa psicológica.
Ejercicio y alimentación sana para mayor
energía
La fatiga crónica puede convertirse en un círculo vicioso al ocasionar
debilitamiento físico y preocupación, dos consecuencias que lo hacen empeorar;
tanto el terapeuta como el paciente deben desplegar toda su paciencia y
esfuerzo para revertir la situación. En principio, es indispensable procurarse
suficiente descanso nocturno y, de ser posible, hacer ejercicios de relajación
y respiración. Hay que aprender a expresar los propios sentimientos y no
reprimirlos ni acumularlos, de lo contrario el cansancio puede manifestarse
como un síntoma de emociones ocultas. También es aconsejable seguir un programa
moderado de actividades y ejercicios al aire libre (las caminatas son una
estupenda terapia para revertir el cansancio crónico).
Por su parte, la dieta de quien padece fatiga debe ser equilibrada, y
las comidas regulares; quizá una pequeña colación rica en proteínas entre
comidas ayude a combatir el cansancio (por ejemplo, en emparedado de huevo con
lechuga, o una taza de legumbres hervidas). Es necesario reducir el consumo de
azúcar y evitar los estimulantes como la cafeína, que se encuentra en el café,
el té y las bebidas cola.
Hay que asegurarse de ingerir suficientes vitaminas y minerales, en
particular hierro, cinc, magnesio, potasio, vitamina C y ácido fálico. Para
ello conviene incrementar diariamente el consumo de alimentos lácteos
descremados, levadura de cerveza, germen de trigo, fruta fresca y seca,
verduras de hoja verde oscuro y derivados de soja, o bien, tomar un complemento
de vitaminas y minerales durante un mes (siempre prescripto por un médico), de
preferencia uno que posea hierro. Finalmente, es recomendable no consumir
comidas pesadas (con grasa y picantes) al mediodía ni durante las tres horas
anteriores al momento de ir a dormir.
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