miércoles, 19 de febrero de 2014

Sueño placentero para un mayor bienestar



El sueño, definido como la actividad pasiva que equilibra las funciones psicofísicas y repone las energías consumidas durante las horas de vigilia, ocupa generalmente la tercera parte de nuestra vida e incide de manera directa en todos sus aspectos, afectándonos en forma personal, como así también en nuestra relación con el entorno social. Sin embargo, diferentes factores pueden alterar esta importante función, provocando así trastornos de imprevisibles consecuencias.
Según estudios llevados a cabo, los trastornos del sueño se registran en un porcentaje que varía entre el 12 y el 25 por ciento de la población general y algunas de sus consecuencias se verifican en la disminución de la capacidad laboral, impidiendo cumplir en el trabajo con precisión e intensidad. Además, deteriora las relaciones interpersonales por su asociación con estados de irritabilidad y hostilidad y tienen un impacto importante en la economía, como consecuencia de sus principales efectos, entre los que se cuentan el ausentismo laboral, accidentes, etc.
Las enfermedades en general, el envejecimiento, las temperaturas extremas, el consumo de fármacos, drogas, alcohol y estados de estrés, son asociadas como causas de una pésima calidad de sueño. El insomnio, si se establece en forma permanente, genera riesgos de ansiedad o depresión clínicas, y en cuanto se invierte el ciclo sueño-vigilia, pueden aparecer los primeros síntomas de un delirio en desarrollo.

¿Cuánto debemos dormir?
 
Uno de los puntos clave para conciliar un sueño placentero es la cantidad de horas que una persona dedica para dormir, que debe ser determinada por su edad y su actividad diaria. Algunas personas sólo necesitan pocas horas de sueño para estar bien despiertas y activas durante todo el día, en cambio, otras necesitan mucho más horas de sueño, incluso repartidas entre la noche y la siesta. En términos generales, se ha establecido una media de 8 horas diarias, dos de las cuales se recomiendan sean antes de la medianoche.
En el estado de sueño, existe una diferencia evolutiva para cada persona según su edad, porque a medida que las personas crecen el descanso tiende a ser menor. Por ejemplo, es muy común que las personas mayores de 65 años se despierten temprano y no logren conciliar nuevamente el sueño. En cambio, los jóvenes y adultos que trabajan diariamente necesitan descansar más tiempo para reponerse de su desgaste físico y mental. Finalmente, el secreto para conseguir dormir plácidamente está en no obsesionarse con la falta de sueño, tratando de relajarse, no pensar en ello y dejar que el organismo se encargue de promover un óptimo descanso.

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