La más sensata parece ser la que ofrecen los
fitoterapéutas. Existe, en efecto, una gran variedad de plantas capaces de
enfrentarse con bacterias, hongos, parásitos y virus. Pueden actuar matando
limpiamente al organismo invasor (el ajo y la cebolla funcionan de esta forma
en infecciones de garganta), protegiendo los tejidos de la invasión (como hace
el enebro), o creando un ambiente antiséptico, como el aceite de maíz y la
grama en el tratamiento de las infecciones urinarias.
Cabe citar como antisépticos generales a la
lavanda, la menta, el eucalipto, la valeriana y el boldo; la genciana, la nuez
vómica, la avena y la trementina fortalecen las defensas naturales. Pero la más
eficiente es la equinácea, a la vez antibiótica y estimuladora del sistema
inmunológico.
En la mayoría de los casos se aconseja
complementar la acción de las plantas con vitaminas. Las poderosas A, C y E
tienen el efecto de incrementar las resistencias naturales a cualquier
infección.
Una aspirina natural
Considerada «remedio para todos los males», la
aspirina es el medicamento más popular, extendido y aceptado. Todos hemos
experimentado el alivio producido por sus excelentes efectos analgésicos,
antireumáticos, antinflamatorios y antipiréticos (contra la fiebre). Pero
también presenta sus problemas: puede provocar úlceras gastroduodenales,
alergias y lesiones renales, y está contraindicada en algunos casos.
La alternativa natural para estos problemas
puede consistir en comer un puñado de almendras, aunque sus efectos sean más
lentos. La explicación es sencilla: un grupo de investigadores norteamericanos
ha descubierto que las almendras —como las patatas y casi todas las frutas,
aunque éstas en menor grado— contienen una buena proporción de salicilatos,
sales formadas por el ácido salítico y una base que constituyen el principal
agente activo de la aspirina, al que se deben los milagrosos efectos de este
popular fármaco.
Por si fuera poco, las almendras poseen,
además, un alto valor calórico y proteínico. Ayudan a la regeneración del
sistema nervioso y son un buen antiséptico intestinal. En Sudamérica se
utilizan para curar diarreas, irritaciones en las vías urinarias, bronquitis y
pulmonías, considerándose el aceite de almendras un buen remedio para los
sabañones y dolores de oído.
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