jueves, 15 de agosto de 2013

Amor incondicional


“Amar es encontrar en la felicidad de otro
tu propia felicidad.”
—Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716)
    Filósofo, físico y matemático alemán.

Si dos personas se unen desde el amor incondicional, ambos transitarán el maravilloso camino de la vida juntos hasta el final, aunque su unión ya no sea física o presencial. Si en cambio existe un solo interés de alguno de los dos —por más pequeño que sea—, el fracaso en la pareja se hará evidente en algún momento. Pues incondicional significa “sin condiciones”, sin recibir nada a cambio. El placer de amar al otro está en el dar, no en el recibir. Quien da amor, ya es feliz por el sólo hecho de dar. Y como todo lo que damos vuelve multiplicado, nadie que da a amor incondicional escapa de recibir lo mismo. No hay interés ni negociación.

El verdadero amor no espera nada a cambio, absolutamente nada. Si amamos a alguien esperando que nos devuelva lo que le “damos”, el sentimiento hacia el otro no es verdadero amor. Esperar una retribución es un sentimiento que surge del Ego, de la necesidad de sentirnos amados; una manera de decir “yo te amo si tú me amas”. Al mismo tiempo, el verdadero amor no exige cambios en el otro, no se trata de cambiar al otro para amarlo o permanecer junto a él. La esencia del amor se basa en aceptar al otro tal y cómo es, y si el otro cambia o mejora —evoluciona— es por él mismo y no por nosotros. Es importante que comprendamos que en una relación basada en amor incondicional, la negociación no existe. Si en una relación se negocia, se pierde el sentido de la misma.

“Debemos entender al otro para saber si merece nuestro amor, pero si no lo amamos jamás podremos entenderlo. Entonces no se trata de entender a la personas primero, se trata de amarlas.”




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