En definitiva, las proteínas son moléculas de gran tamaño formadas por largas
cadenas lineales de sus elementos constitutivos propios: los aminoácidos.
El ser humano necesita un total de veinte
aminoácidos, de los cuales, nueve no es capaz de sintetizar por sí mismo y
deben ser aportados por la dieta. Estos nueve son los denominados aminoácidos
esenciales, y si falta uno solo de ellos no será posible sintetizar ninguna de
las proteínas en la que sea requerido dicho aminoácido. Esto puede dar lugar a
diferentes tipos de desnutrición, según cual sea el aminoácido faltante.
Los aminoácidos esenciales más problemáticos son el triptófano, la lisina y la metionina. Es típica su carencia en poblaciones en las que los cereales o los tubérculos constituyen la base de la alimentación. El déficit de aminoácidos esenciales afectan mucho más a los niños que a los adultos.
Los aminoácidos esenciales más problemáticos son el triptófano, la lisina y la metionina. Es típica su carencia en poblaciones en las que los cereales o los tubérculos constituyen la base de la alimentación. El déficit de aminoácidos esenciales afectan mucho más a los niños que a los adultos.
La calidad de las proteínas
El conjunto de los aminoácidos esenciales sólo
está presente en las proteínas de origen animal. En la mayoría de los vegetales
siempre hay alguno que no está presente en cantidades suficientes. Así, se
define el valor o calidad biológica de una determinada proteína por su
capacidad de aportar todos los aminoácidos necesarios para los seres humanos.
La calidad biológica de una proteína será mayor cuanto más similar sea su
composición a la de las proteínas de nuestro cuerpo. De hecho, la leche materna
es el patrón con el que se compara el valor biológico de las demás proteínas de
la dieta.
Por otro lado, no todas las proteínas que ingerimos se digieren y asimilan. La utilización neta de una determinada proteína, o aporte proteico neto, es la relación entre el nitrógeno que contiene y el que el organismo retiene. Hay proteínas de origen vegetal, como la de la soja, que a pesar de tener menor valor biológico que otras proteínas de origen animal, su aporte proteico neto es mayor por asimilarse mucho mejor en nuestro sistema digestivo.
Por otro lado, no todas las proteínas que ingerimos se digieren y asimilan. La utilización neta de una determinada proteína, o aporte proteico neto, es la relación entre el nitrógeno que contiene y el que el organismo retiene. Hay proteínas de origen vegetal, como la de la soja, que a pesar de tener menor valor biológico que otras proteínas de origen animal, su aporte proteico neto es mayor por asimilarse mucho mejor en nuestro sistema digestivo.
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