Con la
vejez, disminuye el interés por la comida pero los requerimientos nutricionales
(vitaminas y minerales) son mayores, por ello es fundamental una alimentación
sana y equilibrada.
La dieta más saludable
Una
buena alimentación que cubra todas las necesidades del organismo debe poseer
las siguientes características:
Hidratos de carbono y almidones: es importante el consumo de
cereales integrales como cebada, arroz, y pan integral porque proveen vitamina
B6, folato y fibra soluble para evitar el estreñimiento. Por ejemplo: avena con
leche en el desayuno o cereales con yogur.
Carnes y aves: poseen un alto grado de proteínas más
vitamina A, B12, D, E, B1, folato, hierro y cinc. Siempre sin grasas para
evitar problemas de colesterol.
Verduras: en el caso del repollo y la espinaca,
proporcionan nutrientes como beta-carotenos, vitamina b6, E, folato, calcio,
hierro y magnesio. También verduras como la papa, el nabo, el camote proveen
hidratos de carbono y vitamina C.
Frutas: es fundamental la ingesta de cítricos,
frutillas, tomates que poseen vitamina C. Las manzanas y peras otorgan fibra
soluble que disminuye el colesterol en sangre y las bananas proveen potasio e
hidratos de carbono. Se deben comer en abundancia sin riesgos.
Lácteos: consumir leche, queso y yogur porque poseen
muchos nutrientes. Se puede comer hasta 250 gr de queso por semana si no se
sufre de presión o colesterol alto.
Huevos: fuente de proteínas completas proporcionan
vitamina A y D. Lo mejor es comer 3 o 4 huevos por semana para no elevar el
colesterol.
Legumbres: en el caso de éstas consumirlas acompañadas
de cereales como pan, arroz y pastas ya que juntas proporcionan vitaminas del
complejo B y ácidos grasos esenciales.
Pescado: provee proteínas de alta calidad y ácidos
grasos omega-3. Los tipos de pescado azul que lo contienen son el arenque, la
caballa, las sardinas y el salmón porque también aportan vitamina A y D
indispensable para el organismo.
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