Cuando
realizas ejercicios físicos en tu propio hogar se te presentan dos grandes
dilemas: dónde y cuándo entrenar. No siempre cuentas con grandes habitaciones,
amplios espacios físicos o lugares privados libres de ruidos y personas.
Además, el problema se complica si tu casa es un modesto departamento de pocos
ambientes.
Como
primera medida, la plaza del barrio o el parque de la ciudad parece la mejor
alternativa frente a la falta de espacio, pero se desvanece el sólo hecho de
pensar en las bajas temperaturas del otoño y el invierno además de la falta de
privacidad. La segunda salida parece, en principio, más razonable: un gimnasio;
eso sí a olvidarte de ejercicios sin pesas, gratuitos y para hacerlos en tu
casa. Aparentemente se te terminan las posibilidades si no fuera porque hasta
ahora se te paso por alto un detalle: el 90 por ciento de los ejercicios
físicos sin pesas no requieren de un gran espacio, alcanza una superficie de 2
por 2 y no demandan largas horas de entrenamiento, lo que te permite ocupar una
habitación pequeña por no más de 30 minutos. A partir de ahora, el lugar donde
entrenar ya no es más una excusa para privarte de sentirte bien y llevar cabo
una vida más saludable.
Una cuestión de horarios
Cualquier época del año es buena para encarar un entrenamiento físico aunque el organismo se adapta mejor al ejercicio en algunas estaciones más que en otras. El otoño y la primavera son las épocas ideales para empezar a acostumbrar al cuerpo a un ritmo de trabajo muscular. Comenzar a ejercitarse en pleno verano no es recomendable; el calor produce deshidratación y las altas temperaturas de la estación generan fatiga y cansancio que finalmente terminan en un justificado rechazo hacia los ejercicios. Sin embargo, en verano puede encararse una rutina de ejercicios pero de manera gradual, comenzando con uno o dos ejercicios diarios hasta llegar en 3 semanas a un plan completo.
Una cuestión de horarios
Cualquier época del año es buena para encarar un entrenamiento físico aunque el organismo se adapta mejor al ejercicio en algunas estaciones más que en otras. El otoño y la primavera son las épocas ideales para empezar a acostumbrar al cuerpo a un ritmo de trabajo muscular. Comenzar a ejercitarse en pleno verano no es recomendable; el calor produce deshidratación y las altas temperaturas de la estación generan fatiga y cansancio que finalmente terminan en un justificado rechazo hacia los ejercicios. Sin embargo, en verano puede encararse una rutina de ejercicios pero de manera gradual, comenzando con uno o dos ejercicios diarios hasta llegar en 3 semanas a un plan completo.
Otro
aspecto es en qué hora durante el día conviene entrenar. Lo ideal es apenas te
levantas, pues así no estás pensando todo el día en que debes hacer ejercicio.
Pero siempre que sea lejos de las comidas, cualquier hora viene bien al cuerpo
y la mente.
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