La felicidad depende de nuestra propia predisposición mental
y emocional para enfrentar las situaciones cotidianas que se presentan en cada
instante de la vida. También sentirse feliz tiene que ver con la actitud
positiva que entra en juego cada vez que interactuamos con el mundo que nos
rodea. Nuestro cerebro transforma cada pensamiento, cada información, cada
imagen en una reacción física. Los ejemplos están a la orden del día: al ver
una araña temblamos de miedo, una película romántica y profunda hace transpirar
nuestras manos, un chiste atrevido nos hace poner colorados, una acusación
injusta nos inunda de rabia. El cuerpo responde tanto o más que las palabras
ante cada momento; la tensión arterial sube, el corazón se acelera, las piernas
flaquean, el estómago se cierra, las hormonas trabajan en exceso, etc.
Sin embargo, existe una manera sencilla y práctica de
controlar las emociones y modificar los pensamientos que atentan contra la
salud física y mental de nuestro propio ser: la visualización. La técnica de la
visualización se sirve de la reacción del cuerpo ante pensamientos e imágenes.
La visualización es una observación interior. Se trata de interpretar imágenes
en forma positiva, para provocar reacciones físicas. Con la visualización se
consiguen dominar los miedos, fortalecer el autoestima, entrenar la voluntad e
inundar con alegría el subconsciente (el encargado de condicionar nuestras
actitudes y sentimientos).
Visualizar: La clave para vivir mejor
La visualización es una técnica que ayuda a conectar la
parte izquierda del cerebro con la derecha, y a estimular a otras regiones para
colaborar en el trabajo de integración. Se vale del poder de la imaginación y
la creatividad, un aspecto mental demasiado olvidado por el ritmo y las
exigencias de la vida actual. Y aunque parezca increíble, la capacidad de
imaginar es más importante que el conocimiento, ya que nos permite acceder a
ellos poniendo en juego todos nuestros sentidos.
Aprender a pensar en imágenes no es complicado, sólo es
cuestión de practicar asiduamente hasta que el cerebro se acostumbre. Para ello
nada mejor que comenzar una sesión de visualización con los siguientes
ejercicios:
Primer ejercicio: visualizar un objeto
Imaginate un objeto sencillo, por ejemplo una pirámide de cristal, totalmente pulida y trasparente. Tratá de ver con tu visión interior su forma, su coloración, mentalmente tomala en tu mano y sentí su energía. Quizás, al principio, tengas dificultades para imaginarte objetos y sentimientos que no son reales. Pronto, la imagen delante de tu mirada interior será cada vez más clara. Entrena tu mirada interior durante 5 minutos. Una vez que hayas integrado la imagen, realiza el próximo ejercicio.
Imaginate un objeto sencillo, por ejemplo una pirámide de cristal, totalmente pulida y trasparente. Tratá de ver con tu visión interior su forma, su coloración, mentalmente tomala en tu mano y sentí su energía. Quizás, al principio, tengas dificultades para imaginarte objetos y sentimientos que no son reales. Pronto, la imagen delante de tu mirada interior será cada vez más clara. Entrena tu mirada interior durante 5 minutos. Una vez que hayas integrado la imagen, realiza el próximo ejercicio.
Segundo ejercicio: pensar emotivamente
Busca ahora entre tus recuerdos una imagen más compleja: un día en la montaña. Dejá que tus pensamientos paseen junto a cada detalle. Sentirás el sol en tu piel, percibirás el viento en tu rostro, sentirás el aroma de los árboles, oirás el grito de los pájaros y verás la inmensidad del cielo. Si lo hacés durante 5 minutos, este paseo mental te relajará tanto como si en realidad estuvieras disfrutando de un día de campo en las montañas.
Busca ahora entre tus recuerdos una imagen más compleja: un día en la montaña. Dejá que tus pensamientos paseen junto a cada detalle. Sentirás el sol en tu piel, percibirás el viento en tu rostro, sentirás el aroma de los árboles, oirás el grito de los pájaros y verás la inmensidad del cielo. Si lo hacés durante 5 minutos, este paseo mental te relajará tanto como si en realidad estuvieras disfrutando de un día de campo en las montañas.
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