La inactividad física absoluta conocida como ‘sedentarismo’
trae aparejado una serie de trastornos a nivel estético, físico y orgánico.
Entre las principales consecuencias de “no mover el cuerpo regularmente” pueden
enumerarse la flacidez, el sobrepeso, la desproporción corporal, la fatiga, la
falta de estado físico, el mal humor, la falta de masa muscular y los estados
de estrés y ansiedad crónicos. Si no se revierte la situación, comienza un
circulo vicioso del cual es muy difícil salir: el cansancio y el estrés se
producen por la falta de actividad, y precisamente ese cansancio es el que
impide comenzar de una vez con el ejercicio físico. Así pasa el tiempo y el
sedentarismo se transforma poco a poco en parte de nuestras vidas.
Lo primero que se debe hacer es reavivar la fuerza de
voluntad y motivarse para estar activo constantemente. Puede ser desde ir hacer
compras caminando (en lugar de utilizar el auto) hasta ejercitarse llevando
objetos pesados de un lado a otro. Potenciar las actividades cotidianas y
convertirlas en ejercicio aeróbico puede significar una pérdida de hasta 500
calorías diarias sin esforzarse al cien por cien y sin llegar a concurrir a un
gimnasio.
Poco esfuerzo para mucha actividad
Sin duda, la idea de ejercitarse no siempre resulta
sencilla. Evaluá cuántos esfuerzos te ahorras a diario cada vez que utilizas el
auto o el ascensor para trasladarte, los artefactos electrónicos para las
tareas del hogar, o el teléfono para pedir cosas en lugar de ir a buscarlas. Si
se modificaran estas actitudes sedentarias por otras más activas, el cuerpo no
acumularía grasa, el sistema cardiovascular estaría más entrenado y los
músculos permanecerían siempre en forma. Algunas actividades como caminar en
vez de utilizar transporte, ir de compras al supermercado más lejano y arreglar
el jardín pueden ayudar a poner en funcionamiento nuevamente los músculos y las
articulaciones del cuerpo.
El plan de ataque siempre necesitará estar apoyado por una
dieta adecuada y una filosofía de movimiento. Hacer nuevas apariciones sociales
te ayudará no sólo a mejorar tu aspecto, también te dará mayor autoestima y
rendirás mejor en todo lo que te propongas. Recuerda que al hacer tu vida más
activa sólo recibes beneficios, y esos malestares diarios que sentías a cada
momento comienzan a desaparecer, lo que te alienta a continuar con tu nuevo
estilo y olvidarte definitivamente de las actitudes sedentarias.
Mover el cuerpo: Una solución al alcance de todos
Mover el cuerpo regularmente beneficia la función
cardiorrespiratoria y de ella depende nuestra resistencia al esfuerzo. Una vida
sedentaria, que suele ir acompañada por una mala alimentación y un mal
descanso, termina irremediablemente en un deterioro del organismo y en muchos
casos en una enfermedad crónica. Y las enfermedades cardiovasculares son
enfermedades crónicas degenerativas, fuertemente asociadas a las condiciones de
vida. Por eso lo mejor es adoptar una actitud activa que nos asegure una vida
plena y llena de vitalidad, que no necesariamente tenga que ver con practicar
un deporte, sino más bien con cambiar ciertos hábitos nocivos por otros más
saludables. Entre las propuestas “activas” se encuentran:
• Subir y bajar lentamente por las escaleras dejando de lado
los ascensores.
• Realizar compras en comercios que estén un poco más lejos
del hogar para aprovechar la caminata diaria.
• Ejercitar los músculos de los brazos mientras se permanece
sentado realizando movimientos circulares.
• Caminar por lo menos de 10 a 12 cuadras por día.
• Andar en bicicleta por el parque para obtener así
una inyección de oxígeno vital.
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