El
Rolfing es una terapia de corrección postural cuyo objetivo principal es
aplicar una técnica de manipulación para alinear el cuerpo dentro del campo de
gravedad. Esta terapia fue creada por Ida Rolf en 1920, quien comenzó a
desarrollar una técnica de integración estructural a la que llamó Rolfing diez
años más tarde y que perfeccionó a lo largo de 40 años.
El cuerpo es un sistema energético que si está alineado con la fuerza de gravedad de la Tierra funciona correctamente. De lo contrario, cuando no existe armonía con esta fuerza surgen los problemas y las tensiones.
El cuerpo es un sistema energético que si está alineado con la fuerza de gravedad de la Tierra funciona correctamente. De lo contrario, cuando no existe armonía con esta fuerza surgen los problemas y las tensiones.
El
Rolfing debe ser aplicado por un especialista en la terapia y en general el
trabajo consiste en 10 sesiones de una hora de duración cada una. Se trabaja
sobre el cuerpo en su totalidad, independientemente del problema puntual que
expone el paciente en la consulta. Así cada sesión forma parte de un todo
integrado que guarda relación con el trabajo anterior y posterior hasta obtener
los resultados buscados.
Además de las manos, el terapeuta utiliza sus puños y codos para aplicar reiteradas presiones sobre distintos puntos del cuerpo del paciente, comenzando desde la superficie hasta planos más profundos y específicos. De esta forma el terapeuta consigue llegar a las áreas donde se registran contracciones y desplazamientos que deberá corregir para alinear la energía del paciente con el sistema energético de la Tierra.
Hacia una postura saludable
El Rolfing es muy diferente a otras terapias como la Quiropraxia u Osteopatía, ya que no trabaja sobre la estructura ósea. Si bien es importante que esté alineada, lo que la mantiene derecha es el tejido conectivo. En detalle, el trabajo se realiza sobre la estructura miofascial del cuerpo, compuesta por las fascias, los músculos y los tendones.
El paciente participa activamente en una sesión de Rolfing, interactuando con el terapeuta a través de una respiración controlada y consciente que permite aflojar las zonas de tensión y disminuir el dolor. Por eso la técnica no es considerada un simple masaje para aliviar contracciones musculares.
Además de las manos, el terapeuta utiliza sus puños y codos para aplicar reiteradas presiones sobre distintos puntos del cuerpo del paciente, comenzando desde la superficie hasta planos más profundos y específicos. De esta forma el terapeuta consigue llegar a las áreas donde se registran contracciones y desplazamientos que deberá corregir para alinear la energía del paciente con el sistema energético de la Tierra.
Hacia una postura saludable
El Rolfing es muy diferente a otras terapias como la Quiropraxia u Osteopatía, ya que no trabaja sobre la estructura ósea. Si bien es importante que esté alineada, lo que la mantiene derecha es el tejido conectivo. En detalle, el trabajo se realiza sobre la estructura miofascial del cuerpo, compuesta por las fascias, los músculos y los tendones.
El paciente participa activamente en una sesión de Rolfing, interactuando con el terapeuta a través de una respiración controlada y consciente que permite aflojar las zonas de tensión y disminuir el dolor. Por eso la técnica no es considerada un simple masaje para aliviar contracciones musculares.
Por
otro lado, se suele observar la evolución del paciente a través del contraste
entre fotografías tomadas antes de iniciar el tratamiento y al finalizar el
mismo. Así es posible verificar las mejorías que presenta la persona a través
de su postura, que suele ser más erguida, menos forzada y definitivamente
alineada. De esta forma y luego del tratamiento, el exceso de energía
malgastada en una mala postura se traduce —para quien se aplicó Rolfing— en
fuerza de voluntad, vitalidad y espíritu positivo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario