El Tai
Chi es una disciplina oriental que proviene de China y consiste en una secuencia
de movimientos corporales que permiten a quien lo practica concentrarse
anímica, física y mentalmente. El Tai Chi sirve para entrenar la energía
vital (chi) haciéndola circular por los canales del cuerpo, permitiendo que la
sangre fluya libremente. Es una técnica que activa el sistema hormonal y regula
el sistema nervioso; contribuye de manera eficaz en la longevidad. En cada
desplazamiento y movimiento se imitan poses de animales y elementos de la
naturaleza. Cada ejercicio
debe realizarse con mucha paciencia y persistencia, y nunca por diversión o distracción.
El Tai
Chi tiene como fundamento que los problemas emocionales o del organismo se
deben a un desequilibrio en la distribución de la energía de todo el cuerpo.
Para volver a un nivel equitativo de energía se requiere de una entera
concentración mental aplicada en cada movimiento corporal. Aunque la terapia
aparenta ser sencilla es bastante compleja y debe aprenderse siempre con un
instructor especializado para evitar errores y obtener así los máximos
beneficios que ofrece.
Fines terapéuticos
del Tai Chi
El Tai
Chi presta un gran aporte a la cura de la ansiedad y el estrés. Además, ayuda a
mejorar la respiración, la postura correcta al caminar y al sentarse
tonificando los músculos y mejorando la circulación sanguínea.
Por
otro lado, es una terapia que puede practicarse a cualquier edad brindando
beneficios al sistema psicofísico y espiritual de cada persona.
Movimientos básicos para iniciarse en el Tai Chi
Movimientos básicos para iniciarse en el Tai Chi
Quien desea iniciarse en el Tai Chi puede entrenar el cuerpo
adoptando ciertos movimientos y posturas básicas. Cada movimiento se coordina
con el anterior y da inicio al siguiente conforme la secuencia que se establece
entre todos los ejercicios. El fin de estos ejercicios es trabajar la
coordinación, el equilibrio y la concentración mental, aspectos imprescindibles
para cualquier practicante de Tai Chi. Finalmente para avanzar con la práctica
es preciso contar con el asesoramiento de un instructor especializado en la disciplina.
Antes de comenzar con los cuatro ejercicios se deben
considerar los siguientes puntos:
- Realizar los movimientos en horas de la mañana o al atardecer.
- Elegir un lugar tranquilo y al aire libre
- Utilizar música suave de relajación para conseguir una profunda concentración.
- Utilizar ropa holgada y cómoda.
- Permanecer descalzos o con medias suaves de algodón, pero sin nada de calzado.
1. La grulla: Desde la posición de pie, flexionar una
pierna por delante de la que mantiene el apoyo en el piso. Posteriormente,
controlar que la columna esté bien erguida y los brazos extendidos hacia los
costados con las muñecas flexionadas y los dedos juntos. Conservar la posición
unos segundos y cambiar a la otra pierna.
2. La torsión: De pie con las piernas separadas a la
altura de los hombros, girar lentamente el tronco hacia una pierna que se
flexiona aún más extendiendo los brazos en dirección de la pierna. Los dedos de
las manos deben estar bien separados del pulgar y actuar como si se empujara
algo. Luego realizar el mismo movimiento pero en sentido contrario.
3. La serpiente: Desde la posición de pie con piernas
separadas, flexionar una y extender la otra. Inclinar el torso hacia la pierna
flexionada, los brazos estirados y juntar los dedos de una mano y la otra con
la palma abierta. Modificar la postura y cambiar hacia el otro lado.
4. La garza: Desde la posición de pie, apoyar una
pierna flexionada sobre la otra extendida. Estirar los brazos al frente con un
brazo flexionado y el otro extendido. Quebrar la muñeca de ambos brazos y conservar las palmas abiertas.
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