Cientos
de años atrás, el correcto entrenamiento con las espadas japonesas (katanas)
era uno de los aspectos esenciales de la disciplina guerrera. En este sentido,
los movimientos y las armaduras no sufrieron variantes en lo que hoy es el
Kendo, pero mientras los orientales usaban armaduras flexibles y livianas,
aptas para la lucha a pie o a caballo, los occidentales las preferían
rígidas. La diferencia entre las estructura era más que clara: la flexibilidad
de la armadura que usaban los samuráis japoneses les permitía mover el sable
con mayor rapidez.
En
realidad, el Kendo no es un deporte de ataque, sino un arte en el uso del
sable. Conocer cuándo y en qué momento emplearlo determina la habilidad de
quien practica Kendo. No tiene límites de edad: los grandes maestros sobrepasan
los 80 años y superan con creces a los jóvenes en los movimientos, ya que
suelen anticiparse con tanta velocidad que los desarman.
El Kendo como práctica deportiva
El
Kendo es quizá la disciplina oriental más llamativa por la plasticidad de sus
movimientos y la destreza que requiere. Aunque en Occidente se lo considera un
deporte, la práctica del Kendo promueve la formación de ciertas aptitudes
mentales y espirituales. Lo concreto es que su origen marcial poco a poco fue
adquiriendo su actual concepción de deporte, aunque se lo enseña como un estilo
de vida y de pensamiento. Pues al igual que otras disciplinas orientales, el
Kendo se transmite generacionalmente como un modelo de vida.
En el
Kendo actual existen modificaciones complementarias que lo diferencian de la
práctica que llevaban a cabo los guerreros japoneses hace cientos de años
atrás. Por ejemplo, el sable ha sido reemplazado por el shinai, una caña de
bambú larga con tientos de cuero, que simula un elemento cortante. Las
principales características del shinai son la flexibilidad y la durabilidad que
les confiere el bambú. La habilidad está directamente relacionada con la
capacidad para esgrimir el shinai.
A diferencia
de las esgrimas tradicionales de Occidente, en el Kendo las zonas de corte
están debidamente resguardadas por un conjunto de elementos llamados bogu. Cada
corte lleva el nombre de su parte protectora; básicamente son: men (corte a la
cabeza); kote (corte al antebrazo); do (corte al torso); tsuki (puntazo al
cuello). Los movimientos, en realidad, son combinaciones rápidas y precisas,
casi sutiles, en el lugar marcado, en tiempo y distancia adecuados.
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