jueves, 28 de noviembre de 2013

Cocina y Nutrientes: Una relación saludable




Ciertos nutrientes, como las vitaminas y los minerales, son sustancias orgánicas que no tienen ninguna función energética (es decir, no engordan), pero cumplen un rol fundamental como elementos que participan activamente en las reacciones bioquímicas del organismo. De esta forma, el organismo está protegido desde todos los frentes por estas sustancias tan valiosas, que suelen encontrarse en la cáscara de una manzana, en la pulpa de una naranja o en las hojas de una espinaca.
El problema es que muchas veces, sin darnos cuenta, desechamos estos nutrientes al manipular incorrectamente los alimentos. Por eso, es necesario aprender a cocinar aprovechando al máximo cada uno de las propiedades nutritivas de los alimentos que comemos diariamente. 

Reglas básicas para una cocina nutritiva

• Pelar las verduras y frutas sólo cuando sea necesario.
• No comprar verduras ralladas, peladas y/o cortadas.
• No dejar las verduras en remojo (como las papas), sobre todo después de cortarlas y pelarlas.
• Por regla general, llevar a ebullición los alimentos, luego seguir la cocción a fuego lento.
• Evitar las cocciones prolongadas y, de ser posible, aprovechar el agua para preparar sopas o salsas.
• No dejar los alimentos demasiado tiempo en la heladera, sobre todo si ya han sido cocidos.
• Para conservar la mayor cantidad de vitaminas en las verduras de ensalada: no emplear un rallador demasiado fino, rallar a último momento, añadir después de rallar vinagre o limón y no conservar la verdura rallada o preparada para el día siguiente. 

Métodos para limpiar frutas y verduras

Lo primero que puedes hacer es “pasar un paño” apenas húmedo o seco. Este método te permite eliminar una parte de los contaminantes que pueden permanecer en la piel de la fruta o verdura. Por ejemplo, una limpieza energética con un paño seco en las manzanas permite eliminar 1/3 de plomo, mientras que no sucede lo mismo con el lavado directo.
El otro método consiste en el lavado y remojo de ciertas hortalizas y legumbres. En el caso de la lechuga, las coles y los tubérculos es necesario lavarlas con agua para eliminar la tierra que traen de la cosecha. De esta forma no pierden elementos nutritivos y se liberan de sustancias nocivas para el organismo. No sucede lo mismo con el arroz, que al lavarlo pierde hasta el 60 por ciento de las vitaminas B1 y B2.
Por otra parte, las legumbres necesitan permanecer en remojo varias horas antes de cocinarlas. Así se hacen más digeribles y, debido a que la piel que poseen las protege, no pierden sus valores nutritivos. En cambio, las hortalizas pierden muchas vitaminas al estar en remojo con agua, sobre todo si están cortadas.

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