La decisión de tomar un medicamento por voluntad propia y sin consultar al médico es una realidad que crece día a día y que se alimenta a través de la oferta de los supuestos remedios de “venta libre”. Lo cierto es que la automedicación entraña serios riesgos para la salud y suele producir trastornos irreversibles en el organismo. La falta de prescripción y supervisión médica que se da frente a la ingesta de un antibiótico, un antifebril o un analgésico puede desencadenar alteraciones del metabolismo, problemas gastrointestinales, insuficiencia hepática, trastornos cardíacos, entre otros.
Parece
curioso como con el ánimo de solucionar un problema podemos generar uno nuevo y
de mayor magnitud. Esto sucede porque cada vez que una persona se automedica lo
que está haciendo es introducir sustancias químicas en el organismo que pueden
modificar su funcionamiento. De ahí que entender la necesidad de la consulta
médica previa es una forma inteligente de preservar nuestra salud.
Hoy la
cultura del consumo de fármacos alentada por el fácil acceso a los medicamentos
ha desechado por completo la consulta al especialista, y ante cualquier
malestar lo primero que se hace es recurrir a la farmacia para comprar el
remedio correspondiente. Además, la falta de control en recetas y el ánimo de
vender más contribuyen al crecimiento de la automedicación.
Inofensivos de apariencia
No
existe ningún medicamento que sea completamente inocuo. Tanto médicos como
farmacéuticos y bioquímicos coinciden en que todos los fármacos tienen algún
tipo de efecto secundario, sobre todo si se consumen deliberadamente y sin
prescripción médica. Por ejemplo, un consumo indebido de bicarbonato de sodio
puede hacer la orina más alcalina, cuando en realidad debe ser ácida.
Por otra parte, la combinación de determinados fármacos puede neutralizar sus efectos y provocar graves daños. Las aspirinas suelen alterar el efecto de los fármacos para bajar la presión arterial y los antibióticos pueden disminuir los efectos de los anticonceptivos. Por eso siempre es importante la intervención del profesional médico.
Por otra parte, la combinación de determinados fármacos puede neutralizar sus efectos y provocar graves daños. Las aspirinas suelen alterar el efecto de los fármacos para bajar la presión arterial y los antibióticos pueden disminuir los efectos de los anticonceptivos. Por eso siempre es importante la intervención del profesional médico.
La
falta de información y asesoramiento sobre tal o cual fármaco, que sólo un
médico o especialista puede brindar, alienta a cometer abusos que terminan en
tragedia. En el caso de los analgésicos o antiinflamatorios, si se los consume
con poca agua o con el estómago vacío pueden llegar a provocar ulceras
gástricas. El uso incorrecto de antibióticos puede disminuir sus efectos frente
a determinados cuadros clínicos mientras que el consumo no autorizado de
adelgazantes puede modificar el ritmo metabólico de manera irreversible.
Finalmente,
una sobredosis de fármacos puede provocar estados de coma y trastornos
neurológicos crónicos, entre otros trastornos. Ingerir una mayor cantidad de
fármacos para obtener un alivio más rápido es el peor error que podemos
cometer, ya que las consecuencias pueden ser fatales. Automedicarse es un
camino que perjudica la salud y que, con un poco de sentido común, puede
evitarse.
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