E1 resfrío, el dolor de cabeza crónico, de espalda, de estómago, el asma y la
artritis son algunos de los problemas que pueden aliviarse por el simple hecho
de brindar una mano a quienes la necesiten. El ayudar a los demás produce una
sensación de bienestar. Tal como sucede con quienes practican un deporte
regularmente, las personas que brindan ayuda en forma regular pueden llegar a
experimentar un flujo de endorfinas (químicos del cerebro que levantan el ánimo
y equilibran el sistema inmunitario).
El responsable de la motivación para ayudar
es el altruismo. Pero algunas personas tienen más oportunidades de
desarrollarlo que otras. El altruismo es como un músculo, si no se usa, se atrofia.
Si desea aprender a utilizarlo, presta atención a los siguientes consejos:
• Para lograr un mayor beneficio, establece
un contacto directo con la persona a quien deseas ayudar. Esto es mejor para la
salud que brindar ayuda económica a través de una entidad, es decir, sin
comunicarse cara a cara con la otra persona. Los beneficios más significativos
se logran ayudando a personas desconocidas. Evita brindar ayuda por obligación
o por sentirte culpable de algo.
• No te dejes abrumar por los resultados,
debes concentrar todos tus esfuerzos en la alegría de ayudar a otros, más que
en el éxito de tu propia acción.
• Acepta tus limitaciones y fije tu propia
forma de trabajar, pero sin sentir presiones.
Cultiva diferentes facetas de tu personalidad
Los psicólogos han descubierto que quienes
presentan una mayor cantidad de facetas dentro de su personalidad son más
saludables físicamente. La razón es concreta: cuando una de sus facetas está
herida o bajo un estado de estrés, estas personas tienen otras facetas a las cuales
pueden recurrir y, por consiguiente, ofrecen una mayor resistencia a los
problemas de la vida. Esto implica contar con una mayor cantidad de recursos
para enfrentar los problemas sin que ello signifique una manipulación de los
sentimientos.
Para aprender a desarrollar una personalidad
con muchas facetas o aptitudes, lleva a cabo el siguiente ejercicio:
• Escribe una lista de tus actividades,
relaciones con las demás personas, identidades y papeles que desempeñan en tu
vida cotidiana.
• Observa si cada una de estas cosas se
encuentra totalmente ligada a una faceta diferente. De no ser así, establece
estrategias para separar unas de otras.
• Identifica facetas que hayas descuidado y
busca alguna manera de revivirlas. Por ejemplo, si eres amante de la práctica deportiva
pero ya las abandonado, inscríbete en un club y comienza de nuevo a desarrollar
tus aptitudes. Con el tiempo verás que tu faceta de deportista y competitivo
estaba latente. Lo mismo sucede con otros espacios, como el artístico, el
pensativo, el recreativo, etc., para cada uno de ellos puedes desarrollar una
faceta diferente dentro de tu propia personalidad.
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