miércoles, 16 de abril de 2014

Trabajo y placer: En busca del equilibrio saludable



Algunas personas trabajan por necesidad mientras que otras lo hacen por placer. Sin embargo hay quienes no trabajan para vivir, sino que viven para trabajar. En este sentido, considerar el trabajo como el centro de la vida hace que se pierda interés no sólo en otras actividades, sino también en la familia, las amistades y el sexo. Las características más destacadas de las personas adictas al trabajo (que en inglés se los define con el término "workaholic") van desde el rechazo a las horas libres y el ocio hasta el incumplimiento de los ritmos naturales de descanso por considerarlos una pérdida de tiempo. Quien se sumerge en la vida laboral de una forma desproporcionada hace de la trabajo su segundo hogar, y de una forma u otras siempre se mantiene atado a él.
El exceso de trabajo genera serios trastornos de salud como cansancio, irritabilidad, síntomas de deterioro físico, dolor de cabeza, insomnio y taquicardia. También aparece la angustia; muchas personas piensan que no realizan bien su trabajo y buscan permanentemente mejorarlo, incluso mentalmente en medio de una conversación. Cada una de estas actitudes los convierten en individuos socialmente aislados, que pierden todo vínculo social fuera del trabajo. Así comienzan a surgir otros problemas como el aislamiento, la incapacidad para realizar actividades extra laborales y la pérdida de sensaciones de gratificación y de emociones. 

Adicción al trabajo: ¿Una cuestión psicológica?

Ante los primeros indicios de agotamiento psicofísico muchas personas se resisten a moderar su vida laboral. Pero esta primera señal avanza hasta que los síntomas se agudizan con gastritis, cólicos intestinales, diarreas y disfunciones sexuales (como la pérdida de la libido). Es ahí, cuando recién timan conciencia de su excesivo “amor al trabajo”, una situación que esconde un problema psicológico más comprometido.
Algunos psicólogos sugieren que el trabajo muchas veces funciona como narcótico emotivo. Quien pone demasiadas energías en una faceta personal evita cumplir con otras que le desagradan. Desde ese punto de vista no creen que sea una patología: cada uno tiene derecho a compensar las cosas malas con otras que le causan placer. Sin embargo, reconocen que la vida de una persona pasa por el equilibrio (trabajo, distracción, familia, ocio) y que el cerebro, como e1 resto del cuerpo, necesita un período de descanso y recuperación.
Por otra parte, existen otros motivos por los cuales una persona se obsesiona con el trabajo. Tal vez una incapacidad para decir que no, por ejemplo, a jefes que abusan de sus empleados o recargan todo e1 trabajo en quienes lo hacen bien. O quizá la búsqueda de placer en el trabajo se relacione con una autoestima perdida en otros aspectos, una ambición excesiva o ansias de poder. De una u otra manera, un adicto al trabajo jamás ha demostrado ser una persona completamente feliz y plena.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario