Endulzar
el café con edulcorante dietético cuando nos excedimos en el consumo de azúcar
por comer un postre es algo absurdo y poco efectivo para bajar de peso. Aunque
parezca asombroso, existen cosas peores que el exceso de calorías, como es la
baja calidad de los alimentos dietéticos. Por ejemplo, algunos de los panes
integrales que compramos en el supermercado son integralmente falsos; pues se
elaboran con harina común, a la que le agregan salvado. La falta de información
y criterio a la hora de comer liviano hace que nos conformemos con una tostada
integral sintética, cuando podemos consumir más fibras a partir de vegetales
crudos o legumbres.
Respecto
al aporte de fibra que necesita nuestro organismo, sobre todo para bajar de
peso, se ha demostrado que consumir salvado convertido en artísticas virutas o
en comprimidos es costoso y poco efectivo. Y así los ejemplos se multiplican
hasta hacerse interminables: la levadura de cerveza procura un buen aporte de
vitaminas B, pero pierde 85 por ciento de ellas al ser tratada con soda
cáustica, ácido clorhídrico o carbonato de sodio para quitarle el amargor. Por
su parte, los copos de cereales se obtienen a temperaturas elevadísimas que
pueden modificar sus cualidades.
Productos dietéticos: Menos nutrientes que calorías
En
general los productos dietéticos tienen 30 por ciento menos de calorías que sus
similares comunes. Muchos de ellos obedecen a una estrategia comercial: el
consumidor quiere novedad y salud, y eso estimula la producción de rubros
vendedores. Los postres descremados son menos calóricos que sus homólogos
elaborados con leche entera o enriquecidos con crema, pero si están endulzados
o contienen frutas, como los yogures, pueden tener más calorías que los
naturales. Además, ciertos producto dietéticos están sometidos a procesos de
elaboración que altera la calidad nutritiva del alimento en su forma pura o no
dietética.
Por
otra parte, no sólo las grasas generan calorías, pues los azúcares agregados
también. Otros alimentos contienen más espesantes o aditivos tecnológicos, para
que uno tenga la sensación de estar saboreándolos enteros, otros traen más aire
incorporado, como los helados o las mousses. Aunque la idea es no despreciar
todo lo dietético, sino de valorarlo en su justa medida. Por eso, lo mejor es
leer todas las etiquetas para conocer el contenido calórico de cada producto.
De ahí, emplear un criterio lógico y coherente: no vamos a lucir una silueta
espléndida sólo por consumir bajas calorías.
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