martes, 22 de abril de 2014

Consejos para una alimentación liviana



Existen aliados fantásticos que ayudan a sostener una alimentación liviana y saludable. Uno de ellos es el agua: otorga sensación de plenitud, reduce el apetito y no tiene calorías. Además hidrata la piel y hace funcionar los riñones con normalidad. Sustituirla por jugos supone un aumento de calorías o de apetito, porque éstos dispararían los niveles de insulina. Asimismo, el café, té y otras bebidas dietéticas contienen cafeína o teína y casi no deberían tomarse mientras se hace dieta para adelgazar, porque estimulan el apetito. Además ciertos vasos de agua pueden reemplazarse por infusiones de manzanilla, de manera que no llegue a eliminarse de la alimentación.
Por otra parte, ciertos excesos calóricos pueden compensarse con comidas más frescas y saludables.  Una copa con un postre de dos pisos lleno de nata (crema), frutas y helado puede equilibrarse con una cena frugal, sin una pizca de azúcar, regada con agua mineral. Si tomamos en cuenta que panes, postres y otras tentaciones contienen gran cantidad de ácidos grasos saturados de los que no hay que abusar, después de comerlos sería bueno que nos controláramos con las grasas de origen animal (saturadas) durante unos días. Parece complicado, pero en realidad es bastante sencillo: este proceso, mucho más automatizado e intuitivo, es el que practicamos casi todos los días de manera inconsciente, para conservar la salud del organismo. 

Hábitos que atentan contra nuestro peso

Seguir estrictamente y sin razonar una dieta basada en productos dietéticos, puede conducirnos a adoptar hábitos que atentan directamente contra nuestra silueta y nuestra salud. Los errores más frecuentes son:
• No consumir fibra a partir de vegetales crudos o legumbres por considerar que las ingerimos al comer tostadas sintéticas de salvado o harina integral.
• Reemplazar el azúcar por productos dietéticos con fructosa; ambos poseen el mismo nivel calórico.
• Pensar que todo lo que se vende como natural es auténtico o creer todas las bondades dietéticas de las promociones.
• Contar las calorías de cada alimento que ingerimos sin considerar el gasto de energía que produce una actividad física regular.
• No respetar las indicaciones de los productos: no es lo mismo comer una galletita integral que el paquete entero. Muchos consideran que por ser dietéticos se pueden consumir indiscriminadamente.
• Consumir litros de bebidas dietéticas y desconocer que tienen calorías, pues igual que las normales aumentan el apetito e hinchan el vientre a causa de las burbujas.

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