miércoles, 23 de abril de 2014

Cómo manejar la conducta del cuerpo



La interpretación de la conducta corporal se aprende a través de ciertas actitudes. Lo primero que hay que hacer es responsabilizarse por la sensación, hacerse cargo de ella, ya que de esa manera se permite una expresión coherente en la conducta. Tan obvio como sentir el cansancio y descansar; o sentir el propio deseo de ir más despacio y ponerlo en palabras, o decidir conducir uno mismo su destino por la vida. Entonces, el secreto está en darse cuenta de la competitividad o de los miedos o los requerimientos afectivos, desde las sensaciones, y tener la valentía de modificar la realidad que nos produce la enfermedad (corporal, mental o social). De la misma manera, debemos atrevernos a sentir la repugnancia y comprometernos con ella en el comportamiento.
No obstante, se puede registrar una sensación y no saber qué hacer con ella. Una persona que, después de un intenso y duro trabajo consigo misma, consigue ponerse en contacto con sus sensaciones (por ejemplo en relación con la sexualidad), puede no tener recursos para canalizarla adecuadamente. En este sentido, es notable comprobar lo poco que habitualmente las personas se tocan a sí mismas y examinan su propio cuerpo, y el poco estímulo que reciben respecto a su sensibilidad corporal. Sin este ejercicio es poco probable manejar la conducta corporal, y aunque cueste crear un clima sensible con un ritmo de vida agitado, no significa que sea imposible conseguirlo. El registro de la sensación producirá una huella a la que será posible volver. El cerebro aprende y memoriza los estados corporales “saludables”, y por  instinto de conservación siempre intentará regresar a ellos. 

Sentir para vivir en plenitud

El registro de una sensación modifica provoca una modificación en todos los niveles: el energético, el psicológico y el campo social; un hecho que puede permitir la toma de conciencia de los recursos. Viejos y nuevos recursos para la consecución de una conducta instrumental para el cambio, que revertirían la sensación de no saber qué hacer con la sensación. Por otro lado El incremento de la sensibilidad, la apertura hacia el universo de la sensación, es muchas veces el contacto con el dolor y el sufrimiento. El darse cuenta, el estar sensibles, son procesos para el registro de distinto tipo de sensaciones, placenteras o dolorosas.
Los dolores de algunas tensiones pueden no sentirse, no registrarse. Muchas veces registramos un dolor o, mejor dicho, una tensión se hace conciente en nuestro cuerpo a través del dolor, y creemos que allí está el conflicto. Pero un hecho circunstancial nos hace descubrir que algo más está aconteciendo en el cuerpo.
Este es el tema más general de los fenómenos manifiestos y latentes que están presentes en el conflicto. La conducta que se expresa en el cuerpo tiene un aspecto observable y otro no observable pero que puede llegar a hacerse observable, o sea perceptible, sensible. Sólo se necesita aprender a interpretar lo que esta conducta nos intenta transmitir más allá del hecho concreto.

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