jueves, 17 de abril de 2014

Algas: Un alimento prodigioso



Existe una clasificación de vegetales primitivos, entre los que se encuentran las algas, consideradas una verdadera “hortaliza acuática”. Esta planta que crece bajo el agua no posee tallos, hojas, raíces ni semillas, y están dotadas de pigmentos que sirven para su distinción y clasificación.  De ahí que existan variedades de  algas azules, algas verdes, algas amarillas, algas rojas y algas pardas. Estas viven y se desarrollan en aguas dulces, saladas o salobres, y por su tamaño pueden ser unicelulares microscópicas hasta marinas gigantes, las cuales llegan a medir más de 50 metros de ancho.
En los últimos años, se ha visto un incremento en el aprovechamiento de las algas en el campo de la tecnología de alimentos, ya que muchas especies son comestibles, ricas en clorofila, carbohidratos y proteínas, así como se destaca su contenido de potasio, sodio, azufre, calcio, magnesio y cloro principalmente. También son buena fuente de hierro, manganeso, cobre, zinc y cobalto. Por otro lado, algunas algas son buenas fuente de yodo, un mineral que poseen pocos alimentos.
Las algas son una excelente fuente de vitaminas ya que presentan toda la gama de las que son necesarias para nosotros y en una gran cantidad.  Además estas plantas tienen una alta disponibilidad, son fácilmente cultivables y su procesamiento es barato sobre todo para producir un excelente forraje y fertilizante de tierra.
Existen sustancias como el agar, el cual es una goma derivada de algas marinas rojas y se utiliza actualmente en muchísimos productos, como espesante de leche con sabor, en golosinas como en confituras rellenas de jalea, pudines, postres, salsas, cremas y hasta en medios de cultivo utilizados en microbiología. 

Comer algas: Una costumbre oriental

Los orientales han incluido a las algas marinas en su dieta habitual desde épocas remotas, ya que estas son fáciles de adquirir, baratas, y nutritivas. Son bajas en grasa y poseen cualidades aglutinantes, es decir, dan una consistencia espesa a los platillos, haciéndolos más atractivos en aspecto y sabor. Por ejemplo, el sushi, una comida japonesa milenaria, emplea ciertas algas rojas para su preparación. Después de la cosecha se prensan y se secan hasta que toman el aspecto de hojas de papel seco de color negro verdoso. Estas algas dependen de un aroma y sabor que las hace muy apreciadas para su uso. Este platillo también contiene arroz al vapor, mariscos y salsa de soja. Todos sus ingredientes lo hacen ser un platillo bajo en grasas, rico en vitaminas y minerales y por supuesto alto en carbohidratos y proteínas, se digiere fácil y rápidamente y es una excelente opción para mantener la línea.
Por otra parte, algunos países del norte de Europa como Francia han empezado a incluir algas en su dieta. Con base en el alto contenido de fibra y en el nivel calórico, prácticamente nulo de las algas, los franceses las están introduciendo en el mercado como una “comida saludable y dietética”, para lo que han creado diversas recetas culinarias que las incluyen, y adaptan los sabores fuertes del mar a los paladares occidentales. Sin embargo, el consumo de algas como alimento humano directo sobrepasa en los países orientales el 98% del consumo mundial, lo que hace suponer que el comer algas en otros países occidentales es un hecho anecdótico y aislado.

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