martes, 22 de abril de 2014

Jarabe de Maíz de Alta Fructuosa



Entre los alimentos industrializados el aditivo por excelencia es el jarabe de maíz de alta fructosa (identificado en los ingredientes con las siglas JMAF). Sin percatarnos de su existencia, esta sustancia acompaña a nuestro pan de caja, a las galletas de chocolate que tanto nos gustan y qué decir de los refrescos embotellados. También se lo encuentra en las barras energéticas de cereal y el pan integral que suelen ofrecerse como “saludable”.

Radiografía del JMAF


El jarabe de maíz de alta fructosa es un edulcorante líquido, transparente, obtenido del maíz después de un largo proceso. Todo comienza con almidón o fécula de maíz — para esta etapa ya hablamos de un carbohidrato refinado —. Se somete a altas temperaturas repetidas veces, se rompe su estructura molecular, se vuelve a refinar, se blanquea y filtra hasta quedar una sustancia "pura", un almíbar con un grado de concentración ideal para su comercialización.
Las grandes compañías alimenticias han aprovechado los beneficios que ofrece el jarabe de maíz a nivel industrial. Además de ser más económico a gran escala, hablamos que se utiliza en productos ultra dulces; gracias al jarabe los productos se conservan por más tiempo en una envoltura y crean adicción al paladar. Estos productos permanecen más tiempo en exhibición, lo cual significa menos pérdida y más ganancia. Pero para los consumidores no hay ganancias, sino más bien pérdida en la salud y el bienestar.

Efectos nocivos del JMAF

De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Princeton, el consumo del jarabe de maíz de alta fructosa está relacionado con la actual epidemia de obesidad. Se comprueba que aumenta la grasa corporal, también el colesterol y los triglicéridos — indicadores que incrementan las posibilidades de infarto, especialmente en mujeres —. En el caso de los niños provoca hiperactividad, déficit de atención, dolores de cabeza y afecta su capacidad de detectar distintos sabores, reduciendo su paladar a sólo tres: salado, dulce y grasoso. Por último, hay que considerar que este jarabe proviene de un transgénico y existe la posibilidad que su consumo dañe distintos órganos.

Consejos sobre su consumo

Aunque no lo parezca, tenemos el poder y está en nuestras manos elegir lo que llevamos a nuestra mesa. Algunas recomendaciones muy saludables respecto al consumo de JMAF son:
Revisar las etiquetas: Si encontramos entre los ingredientes fructosa, sólidos de jarabe de maíz, glucosa-fructosa, azúcar de maíz o high fructose corn syrup (HFCS), estamos hablando de la misma cosa. Mejor evitarlo. Leer en la etiqueta el aporte de Azúcar, siempre debe ser inferior al 5% del VD recomedado.
• Elegir productos naturales. Entre menos procesado, mejor para nuestra salud. Una buena opción es comprar el pan directo de la panadería. Siempre que sea posible, utiliza miel de abeja, miel de agave o piloncillo para endulzar.
• Pedir la información. En teoría los productos deben indicar sus ingredientes en el empaque; también debería de tener una advertencia sobre las consecuencias del consumo de ciertas sustancias en grandes cantidades. Limitar el consumo de los alimentos envasados “dulces” —golosinas, galletas, refrescos, jugos, panes lacteados— nos ayuda a conservarnos saludables.


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