viernes, 6 de septiembre de 2013

La importancia del zinc en la dieta



El zinc es un mineral imprescindible para el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Ayuda a combatir las infecciones importantes y también las leves, como los forúnculos, el acné y las anginas. Sin zinc, el organismo es incapaz de reconstruir los tejidos dañados ni de cicatrizar las heridas.
Desempeña un papel clave en la reproducción celular, por lo que es indispensable para los tejidos de crecimiento continuo, como el cabello, la piel y las uñas. También es vital para el crecimiento normal de los niños y para su desarrollo sexual.

El zinc se encuentra en una amplia variedad de alimentos y, al igual que el hierro, se absorbe mejor cuando es de origen animal, como la carne vacuna, el pescado y el marisco. Entre las buenas fuentes de origen vegetal, cabe mencionar los cereales enteros, los frutos secos, las semillas, la raíz de jengibre y la levadura de cerveza. A pesar de estar presente en tantos alimentos, la alimentación actual suele carecer de zinc porque se pierde hasta un 80 por ciento durante el procesamiento, y también en el agua de la cocción. Asimismo, en muchos suelos se ha agotado dicho mineral debido al uso extendido de fertilizantes químicos.

Consumir zinc para conservar la salud


Una insuficiencia grave de zinc provoca un mal funcionamiento del sistema inmunológico, con lo que se incrementa el riesgo de que aparezcan una serie de trastornos, tales como infecciones y alergias, cicatrización lenta de las heridas, ceguera nocturna, pérdida del olfato y del gusto, caída de cabello, sarpullido y otros problemas dérmicos, manchas blancas en las uñas, falta de energía y trastornos del sueño. En los hombres puede provocar esterilidad; en las mujeres, menstruaciones irregulares; y en los niños, atrofia del crecimiento y retraso en la madurez sexual.
Su consumo debe aumentarse en los siguientes casos:
• En los hombres.
• Cuando se siguen dietas bajas en calorías, incluso para adelgazar, o en las personas mayores con poco apetito
• En períodos de mucho estrés
• Si se transpira de forma excesiva, y especialmente si se hace gimnasia o practica deportes con regularidad.
• Si se toman píldoras anticonceptivas o diuréticos, o si está bajo la terapia hormonal sustitutiva
• Si se bebe mucho alcohol, té o café o si se fuma.
• Si se sigue una dieta vegetariana.
• Durante el embarazo y la lactancia.
• Si se padece de psoriasis.

*Durante el embarazo o la lactancia es preciso consultar al médico, antes de tomar cualquier complemento vitamínico o mineral.

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