La
doctrina ayurvédica es sobre todo preventiva: es preferible tomar recaudos
antes de que se manifieste una enfermedad que combatirla una vez que se instaló
en el cuerpo. Para ello hay que mantener una comunicación constante con el
médico, quien debe conocer todos los aspectos de la propia vida (alimentación,
aficiones, hábitos sexuales, elección de cónyuge, condiciones del hogar y del
trabajo, creencias religiosas, costumbres, etc.) y recomendar los cambios que el
profesional crea convenientes.
Por su
parte, como práctica curativa, la medicina ayurvédica emplea una amplia
variedad de remedios y técnicas: desde sustancias extraídas de plantas
medicinales y complementos de minerales preparados especialmente para cada
paciente, hasta la cirugía alopática. En la actualidad, los medicamentos
ayurvédicos ya suman más de 8.000, incluyendo los propiamente curativos y los
destinados solamente a mantener la salud.
El
tratamiento ayurvédico está recomendado para todo el mundo, sobre todo para
quienes padecen de estrés o tensión muscular. Entre otros numerosos
padecimientos que responden particularmente bien a la medicina ayurvédica están
la artritis, el asma, la diabetes, el eccema, la indigestión, la tuberculosis y
las úlceras.
Sin embargo, nunca debe dejarse de lado un tratamiento médico convencional por el ayurvédico.
Sin embargo, nunca debe dejarse de lado un tratamiento médico convencional por el ayurvédico.
Los tres pilares de la medicina ayurvédica
Según
la medicina ayurvédica, todos los seres vivos se componen de tres elementos
cósmicos: aire, fuego y agua (en sánscrito vata, pitta y kappa,
respectivamente), cuya actividad rige todos los procesos fisiológicos y
mentales del hombre y se compara con la acción del viento, el sol y la luna.
Cuando
estos tres elementos están en equilibrio dentro de la persona, crean y
conservan la salud. Por el contrario, si alguno de ellos predomina o se
debilita excesivamente, se produce la enfermedad. Al momento de la concepción,
cada persona recibe los tres elementos en determinada proporción, y así los
conserva toda su vida.
Entonces,
la tarea del médico consiste en determinar la constitución innata del paciente
y detectar, si lo hubiera, alguno de los siguientes desequilibrios:
• Desequilibrio de vata: puede deberse a no comer con
regularidad, dormir poco, llevar una vida sexual promiscua, tener estallidos de
ira o celos, o hacer esfuerzos físicos o mentales excesivos.
• Desequilibrio de pitta: es consecuencia frecuente de la
INDIGESTIÓN, la acidez estomacal, el abuso del alcohol, el dolor moral y el
temor.
• Desequilibrio de kappa: Sus causas más comunes son la
falta de ejercicio, el dormir durante el día y la acción de las estaciones del
año.
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